El articulista en esta tercera entrega ofrece a los «lectores algunas noticias y anécdotas interesantes sobre la celebración de las parrandas de Nochebuena en distintos años, según las descripciones que han dejado historiadores y cronistas remedianos y la copiosa documentación que me ha facilitado el joven y acucioso folklorista Pedro Capdevila y Melián».
La parrandas de Nochebuena en San Juan de los Remedios. III parte. Noticias y anecdotas de 1870 a 1905.

Ofreceré hoy a mis lectores algunas noticias y anécdotas interesantes sobre la celebración de las parrandas de Nochebuena en distintos años, según las descripciones que han dejado historiadores y cronistas remedianos y la copiosa documentación que me ha facilitado el joven y acucioso folklorista Pedro Capdevila y Melián.
Othón García de Caturla se remonta al año 1870 para recoger la noticia más antigua de que tiene conocimiento y dice que en esa fecha, no obstante una epidemia de viruelas que sufrió la población de Remedios, se celebraron las parrandas con gran animación; los cajistas del periódico local El Español salieron a la calle con guitarras y flautas cantando la jota aragonesa.
El mismo autor encuentra en los cronistas de la época la noticia de que el año 1877 «se celebraron animadas Pascuas, con buen orden, muchas cenas, tomas de los poetas de bodega con pítimas, indigestiones, etc».
Capdevila, en sus Apuntes del folklore remediano, publicados en la Revista Bimestre Cubana el año 1939, dice que por 1880 en las parrandas se sacaban pocos faroles y éstos estaban construidos con los aros de los barriles de aceitunas. En 1888 aparecen los primeros faroles de latas, construidos para el barrio de San Salvador por Evaristo Rionda; no de tocaban mas instrumentos que rejas y caracoles y tambien tambores fabricados con barrilitos de aceitunas, y los partidarios del barrio del gallo le cantaban a los del gavilán:  
¡Gavilán! ¡Gavilán!
tu te comiste el gallo
pero tú lo va’pagar.

Fué por entonces que se estableció en Remedios la que Capdevila considera «Institución» de las parrandas: Nemesia Tombo y Ochoa, conocida popularmente por Carmen Salvador, pues aunque simpatizadora del barrio del Carmen, era tal su entusiasmo por esa fiesta que quiso unir para el nombre con que ella misma se bautizó los dos barrios parranderos remedianos, y se le debe que el barrio carmelita adoptase como emblema la globa de la barquilla.
Otro personaje popular de las parrandas, recordado por Capdevila es Emilia Pata’egrillo, que como buena sansarice cumplía todos los años con fanática devoción la promesa -según manifestaba- «de forrar el emblemático gallo de Sansarí, utilizando papel de China rizado por ella con habilidad que no ha sido igualada por ninguna de sus sucesoras». García Caturla hace resaltar cómo los remedianos estaban al tanto de los progresos de la civilización mundial e incorporaban a las Parrandas, en los trabajos de plaza, las más famosas edificaciones o los más notables inventos del año. Así, en 1889 hicieron figurar por el barrio del Carmen una reproducción en miniatura de la Torre Eiffel, inaugurada en la Exposición Universal de París ese año; y por el barrio de San Salvador una copia del submarino de Isaac Peral.
En 1890 los trabajos de plaza exhibidos fueron la Estatua de la Libertad, de Bartholdi, que los franceses regalaron a los Estados Unidos; una copia del puente colgante de Brooklyn, inaugurado en 1883, y un arco de triunfo.
De las parrandas de ese año, que no pudieron celebrarse en la Nochebuena, debido a un temporal de agua que duró varios días, sino el 31 de diciembre, escribió el poeta de San Salvador, Evangelista Jiménez, cuatro décimas, de las que Capdevila ha podido recoger tres, para estos artículos. Son las siguientes:
Día treinta y uno fue
de diciembre año noventa.
Este aficionado cuenta
lo que es cierto le diré.
A nadie le ofenderá
si elogio a San Salvador
con su lucido vapor
y el pintoresco serpiente
y otros arcos eminentes
ambos triunfantes de honor.
Aquel que la Torre Eiffel
allá en la plaza la vió
al momento comprendió
que su autor tenía saber.
¿Quien deja de comprender
lo que  está bueno en verdad?
Todo el público dirá,
y aquel que no sea salvaje,
que la iglesia del Buen Viaje
bien clara y patente está.
Hubo tren excursionista
de Placetaz y Caibarién,
y varias cosas también
que estuvieron a la vista.
Sería muy grande esta lista
para decir lo que quiero
y a lo que yo me refiero
explicar es cosa cierta
que de la ermita en la puerta
se encontraba el paradero.

Capdevila me aclara que la serpiente fué construida por los chinos de la localidad la Torre Eiffel por el entusiasta sansarice Evaristo Rionda, y tenía en el segundo piso un café donde tocaba ¡a música; la iglesia del Buen Viaje la hizo un tipo nombrado Juan «que era medio mentecato»; la ermita presentada era copia de la de San Salvador; y el paradero fué otro de los muchos y muy notables trabajos de plaza que exhibió ese año el barrio de San Salvador.
No menos numerosos y artísticos fueron los trabajos presentados por los dos barrios el año 1891 El Carmen: un ingenio en plena molienda, al que surtía de caña una locomotora de San Salvador, otra Torre Eiffel, de hojalata construida por Jacinto Morales una imitación del Castillo del Morro de La Habana y un molino de viento que funcionaba sin interrupción. San Salvador: una glorieta toscana de doce arcos y del 42 varas cuadradas de radio Con un surtidor en el centro; una torre de 53 pies de altura, con un café y una plataforma para la música en el segundo piso; varios arcos triunfales, uno de 8 varas de elevación con el busto del rey, lo escudos de España, Cuba y Remedios, y un napolitano amolador de tijeras.
A estos datos que ofrece Garcia Caturla deben sumarse los que da sobre la celebración de las parrandas en los años posteriores.
En 1892 hubo también extraordinario derroche de lujo en los trabajos de plaza. El Carmen presentó: un busto de Colón, con ocasión del aniversario del descubrimiento de América; un pabellón; una glorieta; la Torre Vendome; otra Torre Eiffel; otro ingenio de azúcar y el cimborrio de la cate dral de Burgos. San Salvador: una reproducción del monumento a Colón en Barcelona; un ingenio de don Francisco Alemán y la locomotora número 2 de Rafael Castillo. Ese año asistieron más de cinco mil personas a las fiestas y, de ellas dijo el cronista Agustín Jiménez que «los artesanos de Remedios, con el concurso de sus respectivos barrios, colocan en la Plaza de Armas verdaderas obras de arte dignas de figurar en alguna exposición regional».
En 1894 empiezan a decaer las fiestas de Remedios en Nochebuena, por la competencia que hacían las parrandas análogas en Placetas Camajuani, Zulueta y después Caibarién. El año 1895 la guerra produjo que «la alegría y animación brillaban por su ausencia y en los años siguientes no hubo fiestas, hasta el año 1899 en que se celebran con extraordinario lucidez; se inauguró la luz de acetileno en el parque y tuvo a su cargo los fuegos artificiales el pirotécnico Manuel Braojos.
El año anterior, no obstante haber terminado la guerra, no hubo parrandas, pues los remedianos se consagraron a organizar la entrada triunfal en su ciudad del mayor general, remediano de nacimiento, Francisco Carrillo, con sus tropas libertadoras.
No seguiré adelante en esta evocación de las parrandas anuales remedianas sin referirme a una costumbre introducida en ellas, al decir de García Caturla, desde mediados del siglo pasado: el uso, por cada uno de los barrios, del changüí, como arma de guerra contra el Contrario, «consistiendo esto en engañar al otro barrio, haciéndosele creer una cosa por otra, para sorprenderle cuando dormido en los laureles no sospechó la acometividad reservada del contrario». El changüí se usa todavía, como pude comprobarlo en las parrandas de la última Nochebuena, en que ambos barrios trataban de engañarse con piezas de fuegos artificiales que simulaban no haber tenido éxito, quedando repentinamente apagadas, y cuando los adversarios acogían el fracaso con gritos y rechifla, resurgían esplendorosamente ante las aclamaciones de los simpatizantes de ese barrio.
Mi coterráneo, como hijo adoptivo, laureado también con ese título, el pasado año, Jesús de la Carrera, me dice que también existe otra acepción de la palabra changüí: la de burla o choteo de un barrio hacia otro. Por ejemplo, si un barrio presenta una grandiosa entrada de farolas, el barrio Contrario le contesta con una comparsita de dos o tres farolas.
García Caturla cita un caso de changüí en que resultó engañado todo el pueblo de Remedios. El año de 1924, una madrugada que había anunciadas parrandas y se suspendieron por la lluvia, un grupo de jóvenes que regresaba de un baile en Viñas, con la orquesta que allí había tocado, lanzó varios voladores, y con los músicos simuló una entrada en la plaza, a las 4 de la mañana, «haciendo levantarse apresuradamente a muchos remedianos que en medio del mayor asombro, llegaron al parque y lo vieron completamente vacío. Se había adelantado la fecha de los Santos Inocentes José Gastón de Caturla, Alfredo Hernández, Falconery García, Gabriel Salgado y Arturo Morales figuraron entre los bromistas».
Después de la instauración de la Republica las parrandas volvieron alcanzar su perdida brillantez y lujo, según las noticias que da García Catarla.
El año 1904 el barrio de San Salvador presentó una torre lumínica, obra de Antonio Benítez, y el Carmen una artística glorieta que fué donada a la Banda Infantil y colocada en el Parque Martí.
Ese año escribió Facundo Ramos un diálogo, «Los Dos Barrios», que fué representado en el teatro de la sociedad La Tertulia por los entonces tiernos infantes Julio Jiménez Carrillo y Jesús de la Carrera y Fuentes Refiere Capdevila que «los artistas posesionaron de los papeles tan bien y tan a lo vivo, que mas de una vez salieron del escenario con arañazos y rasguños que mutuamente se ocasionaban n la escena de los farolazos». El dlálogo fué repetido en numerosas sociedades y causas de familia de Remedios.
Los personajes que representan a Sansari y el Carmen inician una disputa en defensa de sus respectivas barrios, al mismo tiempo que tratan de ridiculizar al contrario:
Si el Carmen no vale un  pito...
Menos vale Sansarí!
Eso nunca, no, señor, el Carmen ¿cuándo ha vencido?
Le vence a San Salvador cada vez que lo ha querido.
Y así continúan hasta que cada uno se provee de un farol de lata: ¿Vuestro farol tiene punta?
!Y va recto al corazón! ¿A qué viene esa pregunta?
A que sepas, chicharrón, que también la tiene el mío y que raja cuando toca.
Pues empieza el desafio
Empieza tú, ¿tienes miedo que te hunda en el abismo?
Ningún valor te concedo.
Pues, empieza tú ahora mismo.

Se entran a farolazos; pero en seguida recapacitan, cordializando tal cual ocurre, cada año en las Parrandas, como buenos remedianos:
«Nepa», que te mé pareces
«Nipre», que siempre me iguales;
Una vez que iguales somos
 y entre los dos amor haya,
 que el Carmen y Sansarí
canten alegres guarachas

 La Nochebuena de 1905 se recuerda todavía como una de las más esplendorosas y hubo tal entusiasmo, que fué necesario repetir las parrandas el día primero de enero de 1906. San Salvador presentó dos acorazados, uno ruso y otro japonés, globos, faroles, estandartes, banderas, fuegos de diversas formas; un gallo que se convertía en la imagen de Cuba, y una torre de 9 pisos y 165 metros de altura, remedo de la desaparecida de Nanking. El Carmen no se quedó atrás en bellos traba os de plazas así como en carrozas, especialmente una representando el Amor, la Fe, la Esperanza, la Gloria y Cuba. «Ya no eran -dice García Catarla- los símbolos españoles los que se utilizaban, sino los de la República, especialmente los héroes de la revolución».
 
Artículo histórico costumbrista publicado en la revista Carteles, 20 de febrero de 1944.

Emilio Roig de Leuchsenring
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.

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