Atraído por el arte de la miniatura –técnica caracterizada por ejecutar obras en pequeñas dimensiones–, el artesano René Cordero realiza muebles a esa escala, en materiales como el carey o el cuerno de ganado vacuno.
Con especial sensibilidad para captar detalles, René Cordero incursiona en el arte de la miniatura realizando pequeños muebles de estilo europeo o coloniales.
Conocida como el arte de ejecutar pinturas en pequeñas dimensiones sobre diferentes soportes como papel, pergamino o láminas de marfil, la miniatura tuvo su inmediato antecedente en los bellos y antiguos manuscritos bizantinos. Sin embargo, no es hasta la Edad Media que esta manifestación –que tanto ha llamado la atención por su delicadeza y perfección– logra su mayor esplendor.
Cultivado hasta bien avanzado el siglo XIX, también se conoce en la actualidad como el arte de realizar o reproducir, a escalas muy reducidas, disímiles objetos en diversos materiales que asombran por sus profusos ornamentos y rebuscados detalles.
No es en realidad una técnica ejecutada por muchos, pues requiere entre sus más precisas características gran conocimiento del elemento con que se trabaje, dominio y destreza en su ejecución y, algo que quizás resulte excepcional, una especial sensibilidad para captar detalles.
Para recrearnos en este arte de la perfección, uno de nuestros más prestigiosos artesanos, René Cordero (La Habana, 1960) –ganador de galardones nacionales e internacionales tan importantes como el Premio y la Mención Honorífica otorgados por la Oficina Regional de la UNESCO en los encuentros FIART 99 y 2001, respectivamente– presentó a finales del verano de 2003, en el Museo de Arte Colonial (Oficina del Historiador), una muestra de sus colecciones de muebles en miniatura de la época de la colonia.
Fascinado por la ebanistería y con cierta atracción por el mueble, René no sabría decir el por qué de este gusto suyo. Tal vez se deba a que se trata de un objeto que, como manifestación artística, además de cumplir una función utilitaria, refleja –al mismo tiempo–, a través de su diseño y ornamentación, los símbolos y elementos decorativos del período en que se desarrolla, principios que él ha tenido en cuenta a la hora de trabajar las piezas en reducidas dimensiones.
O quizás sea por la posibilidad que le proporciona de crear una diversidad de volúmenes y formas con superficies talladas o lisas; o también por la búsqueda de tonalidades para lograr texturas que puedan crear el efecto de diferentes materiales.
En un inicio eligió el carey, material dócil para dar movimiento, y desde el año 1995, su trabajo se desarrolla en cuerno de ganado vacuno, elemento que requiere de un proceso mucho más riguroso.
Debido a su dureza, el corte y planchado de este material se logra exponiéndolo primero a la candela y posteriormente prensándolo para obtener pequeñas planchas, sobre las cuales se dibujan las distintas partes del mueble mediante plantillas previamente diseñadas. Se busca el color siempre de acuerdo al material que se requiera reproducir: madera, junquillo, elementos tapizados en tela, entre otros. Luego comienza a lijarse, para iniciar otro delicado paso al tallar los elementos decorativos de manera tan exacta y precisa que parecen el original. El toque de acabado se da con un nuevo pulido, que es en realidad el que permite admirar los altos y bajos relieves, las superficies caladas, así como las perillas y cornisas en perfiles y remates.
Todo un período de búsqueda de información, de estudio e investigación de estilos y características de cada época anteceden el proceso de creación. De ese modo René sumerge su imaginación y sensibilidad en ese pequeño mundo del mueble, ya sea inspirado en estilos europeos o en sus últimas creaciones de la colección de muebles coloniales.
Cultivado hasta bien avanzado el siglo XIX, también se conoce en la actualidad como el arte de realizar o reproducir, a escalas muy reducidas, disímiles objetos en diversos materiales que asombran por sus profusos ornamentos y rebuscados detalles.
No es en realidad una técnica ejecutada por muchos, pues requiere entre sus más precisas características gran conocimiento del elemento con que se trabaje, dominio y destreza en su ejecución y, algo que quizás resulte excepcional, una especial sensibilidad para captar detalles.
Para recrearnos en este arte de la perfección, uno de nuestros más prestigiosos artesanos, René Cordero (La Habana, 1960) –ganador de galardones nacionales e internacionales tan importantes como el Premio y la Mención Honorífica otorgados por la Oficina Regional de la UNESCO en los encuentros FIART 99 y 2001, respectivamente– presentó a finales del verano de 2003, en el Museo de Arte Colonial (Oficina del Historiador), una muestra de sus colecciones de muebles en miniatura de la época de la colonia.
Fascinado por la ebanistería y con cierta atracción por el mueble, René no sabría decir el por qué de este gusto suyo. Tal vez se deba a que se trata de un objeto que, como manifestación artística, además de cumplir una función utilitaria, refleja –al mismo tiempo–, a través de su diseño y ornamentación, los símbolos y elementos decorativos del período en que se desarrolla, principios que él ha tenido en cuenta a la hora de trabajar las piezas en reducidas dimensiones.
O quizás sea por la posibilidad que le proporciona de crear una diversidad de volúmenes y formas con superficies talladas o lisas; o también por la búsqueda de tonalidades para lograr texturas que puedan crear el efecto de diferentes materiales.
En un inicio eligió el carey, material dócil para dar movimiento, y desde el año 1995, su trabajo se desarrolla en cuerno de ganado vacuno, elemento que requiere de un proceso mucho más riguroso.
Debido a su dureza, el corte y planchado de este material se logra exponiéndolo primero a la candela y posteriormente prensándolo para obtener pequeñas planchas, sobre las cuales se dibujan las distintas partes del mueble mediante plantillas previamente diseñadas. Se busca el color siempre de acuerdo al material que se requiera reproducir: madera, junquillo, elementos tapizados en tela, entre otros. Luego comienza a lijarse, para iniciar otro delicado paso al tallar los elementos decorativos de manera tan exacta y precisa que parecen el original. El toque de acabado se da con un nuevo pulido, que es en realidad el que permite admirar los altos y bajos relieves, las superficies caladas, así como las perillas y cornisas en perfiles y remates.
Todo un período de búsqueda de información, de estudio e investigación de estilos y características de cada época anteceden el proceso de creación. De ese modo René sumerge su imaginación y sensibilidad en ese pequeño mundo del mueble, ya sea inspirado en estilos europeos o en sus últimas creaciones de la colección de muebles coloniales.