Con el libro Habana es nombre de mujer, la Oficina del Historiador de la Ciudad se integró al proyecto «La mujer y los lugares de la memoria», auspiciado por la Fundación Pasquale Valerio para la Historia de la Mujer, que incluye también sendas publicaciones sobre el tema en Salamanca y en Nápoles.
 De gozar fama como propagandista gráfico a ser considerado por sus contemporáneos el precursor del «afrocubanismo» en la pintura, este artista tempranamente olvidado incita con su obra a una relectura de la llamada «vanguardia» en Cuba.

 Prensa y grabados del siglo XIX, una escultura tipo mascarilla y hasta tierra de la casa natal de Víctor Hugo se exponen en La Habana Vieja. Pero quizás el legado más curioso sea una piedra original de Nuestra señora de París, proveniente de su torre norte y fechada poco tiempo después que el genial escritor francés publicara su famosa novela homónima.

 Ningún inmueble habanero ha generado más elucubraciones que este monasterio de clausura. Al publicar este texto no sólo se rinde homenaje a su autor, Alejo Carpentier, sino que con ayuda de las anotaciones al margen se desmitifican no pocas anécdotas y leyendas a partir de las evidencias del patrimonio físico (construido y documental) en aras de reconstruir el pasado con un tenaz afán de veracidad. Estas anotaciones se basan en el libro El Convento de Santa Clara de La Habana Vieja del historiador Pedro Antonio Herrera López.