Tal vez sólo mediante la evocación pueda rescatarse el encanto de los cines de antaño, cuando en cada barriada habanera abrían sus puertas y el público se sumía, fascinado, en la magia del espectáculo.
 En la villa de San Cristóbal de La Habana terminó sus días este canadiense de estirpe legendaria: famoso héroe de la nueva Francia, capitán invicto de la armada del rey Luis XIV.
 En la colección permanente de la Casa de Asia (Oficina del Historiador) se exhibe una espada japonesa, forjada hacia 1570 por el maestro Kanezumi, radicado en Seki, ciudad que desde el siglo XII es conocida gracias a la calidad del acero producido por los herreros allí asentados.
 «Antes quisiera, no digo yo, que se desplomaran las instituciones de los hombres —reyes y emperadores—, los astros mismos del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral», sentenció para la eternidad José de la Luz y Caballero.