La presencia de las palomas en plazas del Centro Histórico está vinculada al programa ambiental-educativo llevado a cabo por la Oficina del Historiador de la Ciudad a través de la Quinta de los Molinos, institución que tiene a su cuidado la protección y reproducción de esas especies.
Entre los proyectos ecológicos previstos por este centro —actualmente en proceso de restauración—, se encuentra la creación del Centro de Cultura Colombófila, espacio de participación e intercambio entre especialistas y aficionados a la cría y adiestramiento de palomas para convertirlas en «palomas mensajeras».
Desde hace varios años, algunas de las principales plazas y calles del Centro Histórico se han visto revitalizadas con la restauración de los edificios que las circundan, el emplazamiento de esculturas y fuentes, así como por la llegada de nuevos inquilinos que han hecho de esos espacios sus hogares permanentes. Es el caso de las palomas, cuya presencia, además de embellecer el ornato público y elevar la función social de los también conocidos como «salones urbanos», está vinculada al programa ambiental-educativo llevado a cabo por la Oficina del Historiador de la Ciudad a través de la Quinta de los Molinos, institución que tiene a su cuidado la protección y reproducción de esas especies.
Entre los proyectos ecológicos previstos por este centro —actualmente en proceso de restauración—, se encuentra la creación del Centro de Cultura Colombófila, espacio de participación e intercambio entre especialistas y aficionados a la cría y adiestramiento de palomas para convertirlas en «palomas mensajeras».
La coordinación del Centro está a cargo del departamento de Fauna, que ya cuenta con una cría de 17 especies, entre las que sobresalen el colipavo y la buchona cubana, esta última de gran importancia para la colombofilia de Cuba, pues es la primera variedad doméstica creada en la Isla. Precisamente a ella se dedica el Festival de la Paloma, certamen celebrado anualmente como colofón de las exhibiciones competitivas que, en las categorías de pichón, adulto y libre, tienen lugar en la Quinta varias veces al año.
El Centro de Cultura Colombófila tendrá como propósitos fundamentales contribuir a la cría y entrenamiento de las palomas —tradición que entre nosotros se remonta a fines del siglo XIX y, sobre todo a partir de 1900, con el surgimiento de la Sociedad Colombófila de La Habana— y lograr una mayor cultura ambiental en el cuidado de estas aves, muy estimadas por niños y adolescentes. Para conseguir que estos grupos poblacionales comprendan las características de la cría de palomas y la necesidad del cuidado e higiene que ello conlleva, la Quinta ha organizado charlas y conferencias impartidas por varios especialistas, entre ellos Emilio Bethencourt, autor del libro La colombofilia en Cuba.
Editado en 2010 por el sello Boloña (Oficina del Historiador de la Ciudad), el volumen constituye un texto de referencia obligada para colombófilos e iniciados en esa manifestación, pues en él están contenidos las experiencias y conocimientos acumulados por su autor durante más de tres décadas de afición.
Entre ellos están algunas recomendaciones para obtener mayor éxito en las exposiciones de belleza, tanto en la categoría Sport como en la Standard. Es requisito indispensable que el ejemplar esté en descanso no menos de dos meses (sin salir a volar), que no tenga plumas mustias, deterioradas ni manchadas por la existencia anterior de parásitos externos; picos y patas limpios sin uñas muy largas, limadas de forma tal que no se note que han sido cortadas ni muestren asperezas; los anillos de las palomas deben estar completamente limpios y legibles, sin alteraciones de ningún tipo, y «en cuanto a los colores, pueden ser diversos, pero en la categoría Standard un ejemplar pintado, si sus pintas no son simétricas, pierde puntos en cuanto a belleza, aunque no se invalida por este motivo».
También, apoyándose en la Teoría de reflejos condicionados, del científico ruso Iván Pavlov, Bethencourt ofrece recomendaciones sobre cómo crear determinados reflejos en las palomas, con el fin de que éstas adquieran mayor disciplina en el entrenamiento y puedan entrar rápidamente al palomar durante la competencia, requisito necesario para poder ganar, pero que a veces no se logra.
Otro tema referido en el libro es el de la salud, que incluye una guía práctica para el manejo de las principales enfermedades, un listado de los padecimientos más frecuentes, sus características clínicas y la posible terapia, así como la administración de medicamentos. Dichos conocimientos resultan útiles para las prácticas colombófilas, en tanto contribuyen al desarrollo y calidad de vida de estas aves, cuya importancia ha sido constatada desde la antigüedad —convertidas desde entonces en símbolo de paz cuando, según cuenta el pasaje bíblico del diluvio universal, una paloma con un ramo de olivo en su pico se posó en la proa del barco de Noé para avisar que la cólera divina había concluido— hasta la contemporaneidad, sobre todo en las guerras mundiales, acaecidas en la primera mitad del siglo XX, durante las cuales el sistema de comunicaciones se mantuvo en muchos casos gracias a la utilización de las palomas mensajeras.
María Rodríguez
Opus Habana
Arriba: Emilio Bethencourt (derecha), autor del libro La Colombofilia en Cuba, editado en 2010 por el sello Boloña, y Juan Gálvez (Finca), jefe del departamento de Fauna de la Quinta de los Molinos, quien tiene a su cargo el proyecto del Centro de Cultura Colombófila, donde se promueve la exhibición de palomas. Un lugar destacado ocupa la buchona cubana, primera variedad doméstica creada en la Isla (imagen inferior izquierda). |