Como es tradicional, en el Museo de la Ciudad, el venidero viernes 22 de agosto a las 3 de la tarde se celebra el acto de homenaje a Emilio Roig de Leuchsenring, a propósito del aniversario 119 de su natalicio ocurrido el 23 de agosto de 1889. Con la participación de historiadores, museólogos e intelectuales habaneros, en el acto hablará Eusebio Leal Spengler, continuador de la obra de Roig de Leuchsenring, quien falleció en 1964.

Los 119 años del natalicio de Emilio Roig de Leuchsenring serán rememorados en un acto homenaje este viernes en el entresuelo del Museo de la Ciudad.

Amigos, familiares y antiguos compañeros de trabajo se darán cita el venidero viernes 22 de agosto a las 3 de la tarde para evocar, junto al actual Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, el natalicio de Emilio Roig de Leuchsenring, Emilito, como cariñosamente le llamaban.

En el entresuelo del actual Museo de la Ciudad, donde otrora tuviera su oficina Emilio Roig de Leuchsenring, se conserva parte de sus objetos personales.

El tradicional acto de homenaje que cada año se realiza a propósito del onomástico de Roig tendrá lugar en el entresuelo del Palacio de los Capitanes Generales, otrora Palacio Municipal y hoy Museo de la Ciudad.
Justamente este local donde hoy se conserva el despacho del primer Historiador de la Ciudad de La Habana, fue la segunda sede de la Oficina del Historiador de la Ciudad que, creada en 1938, fue dirigida desde sus inicios por el propio Roig quien había sido elegido para ese cargo en 1935.
Abogado de profesión, desde muy joven Emilio Roig sintió inclinación por las letras, lo que —unido a su carisma personal y amplitud de ideas— le granjeó el respeto de las figuras intelectuales más importantes de su época, con quienes interactuó sostenidamente desde su cargo de redactor y, luego, director literario en la revista ilustrada Social (1916-1933; 1935-1938).
A su empeño y dedicación se debe no sólo el rescate de las Actas Capitulares —lo que fue, sin dudas, un aval definitorio para que a partir de 1927 se le reconociera como historiador de mérito, además de su conocida faceta de periodista y escritor costumbrista—, sino también la publicación de los tres primeros tomos de ese fondo documental (desde 1550 a 1578), y, a partir de la información que contenía el primero de ellos (1550-1565), escribió el que fuera primer y único volumen de su inconclusa Historia de La Habana.
Al trasladar su oficina hacia el Palacio de Lombillo el 22 de diciembre de 1947, ya tenía publicados 34 «Cuadernos de Historia Habanera» (en total saldrían 64, el último en 1962) y siete títulos de la «Colección Histórica Cubana y Americana» (llegarían a 24), así como los libros La Habana. Apuntes históricos (1939) y El Escudo Oficial del Municipio de La Habana (1943), ambos con el mismo formato de su también inconcluso proyecto de las Actas Capitulares, cuyo tercer y —a fin de cuentas— último tomo había salido a la luz en 1946.
Gracias —en gran parte— a esos estudios, Roig logró legitimarse como historiador de profesión y sensibilizar a sus contemporáneos con el destino de la Habana Vieja, cuya historia escribió desde una perspectiva eminentemente cultural, aún no superada.
Al pie de una palma real, en el jardín Madre Teresa de Calcuta del Convento de San Francisco de Asís, descansan desde principios de 2003, los restos de Roig y de los de su compañera en la vida, María Benítez.
Corresponde a Leal Spengler el mérito de haber rescatado el legado de Roig y, sucediéndolo como Historiador de la Ciudad, haber potenciado legítimamente la gesta rehabilitadora del Centro Histórico de La Habana, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982.

 

Redacción Opus Habana

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