En la muestra se evidenció que, el modelismo —arte que requiere de cuantiosos recursos— es sobre todo, creatividad sin límites, férrea perseverancia, agudeza visual, encomiable memoria espacial, dedicación, amor y pasión.

Los amantes de las miniaturas han encontrado en el Museo Castillo de La Real Fuerza, un espacio de convergencia. Recién finalizada la exposición «Modelismo en acción», ya se crean expectativas con una nueva muestra para los próximos meses. La atracción, sin lugar a dudas, para niños y adultos vendrá de la mano de una exhibición de maquetas y modelos a escalas realizadas en los Estudios de Animación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC).
Varias generaciones de cubanos han crecido bajo la impronta de los animados. El más representativo de ellos es la saga Elpidio Valdés, el universal «insurrecto mambí» que lucha por la independencia de Cuba. Aunque se han deleitado ante las pantallas de cine y televisión, grandes y chicos ignoran que, tras bambalinas, existe un arduo trabajo de creación a escala.
Entre sus objetivos, la nueva muestra propone dejar ver una faceta poco conocida en la realización de animados, más allá de cuadernos y rotuladores: la construcción de modelos y maquetas de personajes, barcos, aviones, autos… Para ello, se ha concebido que en la sala expositiva dialoguen las piezas más representativas y la proyección, en una pantalla, de aquellos animados en los que han sido utilizadas, además de la intervención de sus realizadores quienes ofrecerán conferencias.
A decir de Antonio Quevedo y Jorge Echeverría, director y especialista principal —respectivamente— del Museo Castillo de La Real Fuerza, existe la voluntad de acoger en la institución al modelismo como una práctica instructiva para el disfrute de los visitantes, y lograr una integración basada en el intercambio de experiencias entre los hacedores de este arte a escala. «Modelismo en acción» fue el primer paso», asegura Echeverría.

¿Qué fue «Modelismo en acción»? Quizás la respuesta se halle en la proclama que acompañó la muestra: «La figura del artesano modelista está desapareciendo en el mundo, reemplazada por la acción de las computadoras y las casas comercializadoras. En nuestro país, ante el déficit de acceso a las nuevas tecnologías y la no existencia de las tiendas de modelismo, los artesanos persisten en su empeño, crean, innovan y mantienen la vieja tradición de esta especialidad.
»El Museo Castillo de La Real Fuerza constituye un espacio de cita y confluencia para sus encuentros, debates, búsquedas de soluciones, y por vez primera también los acoge en su sala de exposiciones transitorias con una muestra de su pericia.
»El modelismo es la pasión, la dedicación y la paciencia de diseñar, construir, crear y armar modelos, generalmente en escala, lo más parecidos posible a la pieza real: es la actividad artesanal consistente en la creación de prototipos».

El mayor reto de «Modelismo en acción» ha sido la revitalización y el rescate de la tradición de llevar a escalas menores, aquellos objetos que circundan la existencia humana, ya sean creados por el hombre o la naturaleza. La muestra evidenció, además, que el modelismo  —arte que requiere de grandes recursos— es sobre todo, creatividad sin límites, férrea perseverancia, agudeza visual, encomiable memoria espacial, dedicación, amor y pasión.
Y es amor, pasión y dedicación lo que irradian las piezas exhibidas, en su variedad latente: barcos, aeronaves, trenes, ómnibus, armas de fuego, piezas de artillería y hasta una formación militar de la época colonial, elaboradas no solo por artesanos adultos, sino también por su relevo, los niños. Otro aspecto singular, agradecido con creces por el público asistente, fue el de conocer de primera mano y en voz de sus realizadores, las particularidades de la confección de los modelos, así como la historia de sus referentes reales.
Resultado de los Encuentros de modelistas que, desde 2009, se efectúan un sábado al mes en la propia institución, la exposición quedó inaugurada el reciente noviembre y permaneció hasta la primera semana de enero de 2011, en la sala transitoria del Museo Castillo de La Real Fuerza.
¿No ha asistido usted a estos encuentros? Pues es voluntad de Opus Habana brindarle, en síntesis, algunos de los aspectos tratados en estos talleres donde los modelistas y el público tributan a un bien común: apreciar la belleza de un buen modelo a escala.
El modelismo tiene su origen con el hombre, al amparo de un abrigo rocoso de una caverna. A la par de los pictogramas e ideogramas, hoy conocidos como arte parietal o rupestre, el hombre de la antigüedad modeló pequeñas figurillas de temáticas antro y zoomorfas que cumplían funciones mágico-religiosas. Es el caso de las «Venus», estatuillas femeninas encaminadas a la bonanza de la fertilidad, o las tallas en hueso de ciervos en demanda de abundancia y éxito en las labores de caza.
El fin utilitario del modelismo llegó justo con la era industrial y la producción en serie. En fábricas y talleres a partir de un único modelo, creado por un artesano o ingeniero, se confeccionaba un molde y de este se producían un considerable número de piezas u objetos. Sin embargo, dentro del gremio de los artesanos, algunos se mantuvieron fieles a la tradición y conservaron vivo el arte del modelismo con un fin práctico. Por ejemplo, los ebanistas o carpinteros dedicados al negocio de muebles realizaban modelos a escalas que exhibían a los potenciales clientes, sin necesidad de gastar los recursos y el tiempo necesario en la confección a tamaño natural.
Con la era moderna y el surgimiento del coleccionismo, el modelismo comenzó a verse como un arte manual. Se dividió en dinámicos, o sea, aquellos modelos con capacidad cinética, en ocasiones operados a control remoto (aviones, trenes, carros, lanchas); y estáticos que incluyen los realizados con mayor detalle y preciosismo, con el fin de alcanzar formas lo más cercanas a la realidad posible. Estas últimas piezas son muy valoradas y cotizadas por los coleccionistas e incluso han sido calificadas por casas de subastas de arte como piezas museables (belicismo histórico e ingeniería civil).

 

 

Modelos a escala de los navíos Santísima Trinidad (arriba) y Le Juste (imágenes inferiores), exhibidos de manera permanente en las salas del Museo Castillo de La Real Fuerza.

Ahora bien, el modelismo a escala esta conformado por las temáticas siguientes: ferroviaria, aeromodelismo, automodelismo, cohetería, modelismo naval y figuras históricas, fantásticas o famosas. Abarca, además, las maquetas de construcciones civiles o militares, campos de batalla, ambientes fantásticos y de ciencia ficción. Muchas de estas modalidades hoy son explotadas por el cine de grandes efectos especiales, al obtener gran veracidad en la puesta en escena a un costo relativamente menor si se compara con la inversión necesaria para construir escenarios a escala natural.
En Cuba —y en particular, en La Habana— según lo conocido, la tradición del modelismo tiene su origen en la etapa colonial. Las poblaciones aborígenes que habitaron la Isla fueron diestras en el uso y empleo de las maderas preciosas cubanas y realizaron finos trabajos en talla, sin embargo, se generaliza la realización de modelos a escala asociada a la posterior actividad de la construcción naval en las márgenes de la rada habanera.
Los armadores y constructores de bajeles delineaban en planos las estructuras de la futura embarcación y posteriormente confeccionaban a escala un modelo del mismo. Con la fundación en 1724 del Real Arsenal de La Habana, los ingenieros de la Armada realizaban los modelos y los enviaban a las autoridades de la Marina Real, en ocasiones al propio Rey, en reclamo de sus aprobaciones. Es conocido, además, que antes de emprender el viaje por los mares del mundo, muchos marinos realizaban un peculiar ritual: encomendaban su alma a la virgen del Pilar, situada en la cima de la Columna de Cagigal en el Templete; se hincaban de rodillas en la Ermita del Santo Cristo del Buen Viaje y, por último, echaban en las aguas de la bahía una pequeña embarcación, la cual impulsaban a la margen opuesta, en dirección al santuario de la Virgen de Regla.
Herederos de aquella tradición, los modelistas de hoy, hacen del Museo Castillo de La Real Fuerza, un bastión inexpugnable del arte a escala, sus armas: creatividad sin límites, férrea perseverancia, agudeza visual, encomiable memoria espacial, dedicación, amor y pasión.

Fernando Padilla González.
e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Opus Habana

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar