La sala dedicada a los bomberos de La Habana, fue reabierta este jueves en el inmueble de la ferretría Isasi donde tuvo lugar un fatal incendio el 17 de mayo de 1890. La fecha fue conmemorada, además, con la exposición «¡Ases de Fuego!» inaugurada en la sala transitoria del Museo de la Ciudad.
El aniversario 117 de la catástrofe en la ferretería Issasi, fue conmemorado en el Centro Histórico de La Habana con la reapertura de una sala museo y una muestra expositiva.

 
 En 1995 en el inmueble de la antigua ferretería Isasi se abrió una sala dedicada a los bomberos de La Habana. Sometida a un proyecto de restauración integral, reabre ahora con una exhibición de carros de bomberos del siglo XIX y principios del XX.
Una sala museo dedicada a la memoria de las víctimas del voraz incendio en la ferretería Isasi, reabrió este jueves sus puertas en el inmueble del antiguo establecimiento, durante la ceremonia de conmemoración del fatídico suceso ocurrido el 17 de mayo de 1890, fecha declarada Día Nacional del Bombero por la magnitud de la entrega de estos hombres durante el siniestro.
En el tradicional acto que organiza la Oficina del Historiador de La Ciudad y el Cuerpo de Bomberos del Ministerio del Interior, se colocó una ofrenda floral ante la tarja a los mártires del siniestro, en la esquinas del inmueble sito en Mercaderes entre Obrapía y Lamparilla.
Oficiales, combatientes del MININT y especialistas de la Oficina del Historiador estuvieron presentes en la ceremonia en la que se rememoraron los hechos que costaron la vida a treinta y ocho personas, de las cuales 25 eran bomberos de los cuerpos fundamentales de prevención, que existían en La Habana colonial: los Municipales y los del Comercio. Se evocó, además, cómo el dueño del local, para evadir los impuestos, no declaró la importación de varias sustancias inflamables, ni informó a los bomberos de su existencia, quienes entraron al inmueble desconociendo la peligrosidad de la mercancía almacenada en él.


¡Ases de Fuego!

El decursar del tiempo ha legado objetos, fotos y documentos sobre la historia de los bomberos.
La Habana colonial padeció desde sus inicios grandes incendios, originados fundamentalmente por los materiales constructivos utilizados en las viviendas, unido a la falta de agua y condiciones para su extinción.
 
 Cuerpo de bomberos.
Ante la proliferación de los incendios surgió la necesidad de adquirir las primeras bombas de agua de tracción humana que se operaban a mano, por los vecinos de la ciudad; y por los negros esclavos en los ingenios.
En el año 1835, durante el gobierno del capitán general don Miguel Tacón, se creó oficialmente el Cuerpo de Honrados Obreros y Bomberos en La Habana, llamados también Bomberos Municipales, cuyo reglamento fue aprobado por real orden del 10 de mayo de 1838.
El Cuerpo de Bomberos Municipales fue incrementándose, y a finales del siglo XIX se dividía en cinco secciones: Salvamento, Obreros, Pitoneros, Manguera y maquinaria.
Con su creación se formaron seis tercios, tres destinados para el servicio de la ciudad intramuros y otros tres para los arrabales.
Además de diferenciarse según el oficio que desempeñaba cada tercio, se definía por la raza de quienes lo integraban, existiendo así dos tercios de bomberos blancos, dos de mulatos y finalmente dos tercios de bomberos negros o morenos. El uniforme se componía de casaca azul turquí, cuello y vivos rojos con pantalones blancos. Posteriormente, al crearse la sección de Camisetas Rojas se identificaban con casaca de lana roja y pantalón azul. Este Cuerpo llegó a tener cuatro bombas de tracción animal a las que denominaban: Virgen de los desamparados, España, Gámiz, y la última, Zengowiech, en honor al fundador de los Camisetas Rojas, Andrés Zengowiech.
Contaban con dos cuarteles dentro de la ciudad, el de San Felipe y el de Egido.
 
 Monumento a los bomberos víctimas del incendio de la ferretería Isasi, en el Cementerio de Colón.
Obra de los escultores españoles Agustín Querol y Julio M. Zapata.
El auge del comercio y consecuente avance económico que ello generó, hicieron inminente el desarrollo de la capital. Muchos establecimientos se vieron afectados por los frecuentes incendios, que aumentaban en número y proporciones. Ante esto, las compañías de seguro de la isla crearon, conjuntamente con el gobierno, en 1873, un cuerpo de bomberos voluntarios, integrado por jóvenes del comercio denominados Bomberos del Comercio. Su uniforme estuvo compuesto primero por chaqueta encarnada, pantalón de dril a rayas, cinturón negro y machete corto, y en 1892 cambió por pantalón y chaqueta azul turquí, casco de cuero, manteniendo los aditamentos sencillos de cargar y diferenciando las clases y oficiales con distintivos de ellas.
Llevaban a cabo su labor con las bombas Colón, Cervantes y Habana; dispusieron de un departamento de sanidad con cuatro médicos, un farmacéutico y veintiún sanitarios. Su cuartel radicaba en la calle San Ignacio Nº 19 y fue inaugurado el 19 de septiembre de 1873, conjuntamente con el reglamento dictado el 26 de febrero de ese mismo año.
El incendio que más trascendió por sus proporciones en esta etapa, fue el de la ferretería Isasi, en el cual hubo diecinueve víctimas y numerosos heridos de ambos cuerpos de ambos cuerpos de bomberos, los que, unidos en un fin común, lograron exterminar el fuego, luego de una gran explosión. Este suceso provocó una conmoción en toda la población de la ciudad, inmortalizó hasta la actualidad a los caídos en el siniestro, abrió paso a la reunificación de ambos cuerpos de bomberos y logró limar las asperezas que históricamente se venían presentando por prejuicios raciales y diferencias de clases sociales.


(Palabras al catálogo de la exposición «¡Ases de fuego! », que el 17 de mayo de 2007, quedó inaugurada en la sala transitoria del Museo de la Ciudad).

Yanina Santizo Lescaille y Maylena Portal Pumar


Redacción Opus Habana

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