Hoy viernes, primero de abril, reabrió sus puertas al público el Museo Napoleónico de La Habana, dos días después de celebrarse la ceremonia de reapertura, que tuvo lugar el miércoles 29 de marzo, cuando hizo uso de la palabra el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en presencia de la princesa Alix de Foresta, viuda del príncipe Luis Napoleón Bonaparte, descendiente de Jerónimo, hermano menor del emperador Napoleón I. Entre los objetos que ahora el público puede disfrutar, se encuentra un servicio de mesa donado por la propia princesa, quien en su intervención se refirió al origen de esta vajilla, que forma parte de su patrimonio familiar.
El Museo Napoleónico de La Habana es considerado uno de los principales de su tipo en el mundo.
Hoy viernes, primero de abril, reabrió sus puertas al público el Museo Napoleónico de La Habana, dos días después de celebrarse la ceremonia de reapertura, que tuvo lugar el miércoles 29 de marzo, cuando hizo uso de la palabra el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en presencia de la princesa Alix de Foresta, viuda del príncipe Luis Napoleón Bonaparte, descendiente de Jerónimo, hermano menor del emperador Napoleón I. Entre los objetos que ahora el público puede disfrutar, se encuentra un servicio de mesa donado por la propia princesa, quien en su intervención se refirió al origen de esta vajilla, que forma parte de su patrimonio familiar.
En las palabras centrales del acto, Leal Spengler expresó su admiración por «todos los que han contribuido a hacer posible la reapertura del Museo, y a aquellos que han donado piezas para hacer más rica la colección. El patrimonio nacional es el espíritu invisible de Cuba y de cualquier país, un patrimonio que es universal, como universal es la Francia».
De martes a domingo de 9:30 a.m. a 5:00 p.m. y los domingos de 9:30 a.m. a 12:30 p.m., los visitantes podrán apreciar los objetos atesorados por la institución, entre ellos: un reloj de oro que perteneció a Francois Antonmarchi, último médico de cabecera de Napoleón Bonaparte, quien— en 1821, tras la muerte del emperador— marchó a Santiago de Cuba, donde falleció en 1838. «El Jefe del Estado, General Presidente Raúl Castro Ruz, quien lo recibió como regalo de bodas en Santiago de Cuba en 1959, lo ha depositado en el Museo en memoria de su esposa Vilma, subrayando con este gesto el papel excepcional del patrimonio cultural», expresó Leal Spengler.
Otra de las piezas más representativas, traída también por el doctor Antonmarchi a Cuba, es la mascarilla mortuoria de Napoleón. También se conserva un catalejo, una casaca de cuando era Primer Cónsul y un retrato realizado por Andrea Appiani, uno de sus pintores de corte.
En el Museo Napoleónico se han reunido exponentes representativos de la etapa comprendida entre la Revolución Francesa y el Segundo Imperio; en su mayoría relacionados con la leyenda creada alrededor del emperador Napoleón I. «Sus piezas provienen de varias fuentes, esencialmente de la colección del magnate azucarero Julio Lobo. Me consta que su voluntad era que estas piezas permanecieran en Cuba, que fue su patria. Así me lo manifestó su hija amada, cuyas cenizas regresaron a Cuba no hace mucho tiempo», afirmó el Historiador de la Ciudad.
Durante el proceso de restauración y museográfico, casi todas las piezas, que suman un total de ocho mil, fueron intervenidas por especialistas de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Obras de pintores franceses como Robert Léfèvre, Bosio, el Barón Gérad, Meissonie y Belanger, que representan algunos sucesos de la vida de Napoleón, fueron tratadas específicamente por especialistas del Gabinete de Restauración de Pintura de Caballete.
Además de la extensa biblioteca, la institución atesora una importante colección numismática y una amplia muestra de pinturas de la época.
Durante la ceremonia inaugural, muchas de las piezas expuestas en el Museo fueron mostradas a Alix de Foresta por Gemma Pérez Castillo, directora de la institución.
El Museo Napoleónico de La Habana fue inaugurado el primero de diciembre de 1961 en el palacio La Dolce Dimora, donde vivió el Coronel del Ejército Libertador Orestes Ferrara, «diplomático, político, figura controversial (...) pero que no podemos borrar de la historia», dijo Leal Spengler en otra parte de su discurso.
Existen otros sitios homólogos en diferentes partes del mundo. Son las instituciones conocidas como Museos y/o Sitios Napoleónicos, que reciben este nombre porque atesoran objetos que han pertenecido a la familia Napoleón, o que de alguna manera están relacionados con el emperador Bonaparte. El Museo Napoleónico de Arte e Historia Militar, en Fontainebleau, Francia; el Museo Nacional del Castillo de Malmaison; y La Casa Bonaparte, en Córcega, son algunos de los principales exponentes.
Redacción OPUS HABANA