Puesta a resguardo durante los días que azotó por estos lares el huracán Ivan, esta estatua de Neptuno podría a partir de ahora venerarse, si de dicha deidad dependió que La Habana no fuera azotada por la furia de tamaño meteoro.
 Aparentemente trivial, el tema de los abanicos atrae sin embargo a muchos especialistas, y hasta llena de frescura a las complicadas ciencias del lenguaje cuando se trata de explicar cómo las cubanas empleaban tan atractivas piezas para conversar en silencio con sus enamorados.
 Demasiado frágiles para soportar el golpe de la desidia, aún así los vitrales cubanos han trascendido por su variedad y colorido, como imágenes obtenidas en un calidoscopio de piedras rojas, azules, verdes, amarillas…
 Entre las víctimas de la explosión del famoso acorazado se hallaba un equipo de béisbol que había ganado el campeonato naval de la marina estadounidense.