Con el auspicio de la Federación Cubana de Actividades Subacuáticas, que preside la  múltiple recordista en inmersión Deborah Andollo, se desarrolló el segundo curso de Arqueología subacuática de nivel medio desde el 20 hasta el 31 de octubre reciente en el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador, que fuera impartido por el jefe de su Sección naval Alessandro López Pérez y la especialista Mónica Pavía.

Dotar a los alumnos de herramientas para la comprensión, conservación y protección del patrimonio sumergido y del contexto arqueológico como ecosistema de interrelación entre los elementos de la biota y los artefactos producidos por la mano del hombre, constituyeron los objetivos fundamentales de las conferencias.

 
  El capitán Alessandro López Pérez fue el profesor principal del curso a la vez que funge como Jefe de la Sección Naval de Gabinete de Arqueología.
El punto de partida fue una evocación a los pioneros del buceo y de la Arqueología subacuática en Cuba: Juan Álvarez Forteza, Antonio Mumné, Maiko y Roger Montañéz; Cesar García del Pino, historiador naval, y su compañera, la paleógrafa Alicia Melis, ambos recopiladores de legajos en el Archivo de Indias. También se repasó brevemente, la labor de las cerca de diez instituciones cubanas que se han dedicado a la prospección submarina.
La calidad del curso estuvo avalada por más de tres décadas de experiencia del capitán Alessandro López y los especialistas interdisciplinares invitados a impartir conferencias, en temáticas como las legislaciones internacionales de la Convención sobre Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, el fechado y catalogación numismática y la identificación y conservación de las evidencias arqueológicas.
El mayor potencial arqueológico sumergido se corresponde a los bajeles que integraban la Carrera de Indias. La Casa de Contratación de Sevilla, fundada el 20 de enero de 1503,  fomentó el comercio y la navegación de la Península con América. A través del río Guadalquivir las flotas salían de Sevilla, y con posterioridad de Cádiz, llegaban a las Islas Canarias por aguadas y provisiones, para emprender rumbo a América.
En el arco de las Antillas Menores las flotas tomaban destinos diferentes. La de Nueva España llegaba a Veracruz para embarcar las mercancías y manufacturas de procedencia asiática transportadas por el Galeón de Manila; mientras tanto la de Tierra Firme enfilaba proa al puerto de Cartagena de Indias en busca de los caudales de Lima, Potosí  y Santa Fe de Bogota, para luego reunirse en La Habana, antes de regresar a España.
Los eventos climatológicos adversos como los huracanes o tormentas tropicales en la temporada de junio a noviembre, y los nortes o frentes fríos de octubre a febrero, son los más comunes en el Caribe y a su vez responsables de numerosos naufragios de la Carrera de Indias, identificados por los arqueólogos debido a la disposición Norte-Sur de las anclas y la dispersión de las evidencias del navío varado.
La arqueología subacuática es una disciplina que requiere de planificación para rebajar sus altos costos. Con anterioridad a la inmersión debe analizarse las condiciones hidrometeorológicas, asi como asegurarse de obtener los permisos pertinentes de las comisiones de patrimonio. Otro aspecto indispensable es la consulta de documentos antiguos que puedan ofrecer fecha, localización, carga, tipología y calado del bajel.
Tomando como referencia las labores desarrolladas en zonas potenciales como el Fondeadero de La Habana; Sambo; Archipiélago de los Canarreos y fundamentalmente la costa norte de Pinar del Río, el parque arqueológico subacuático más importante de la Isla, y en particular en los pecios Inés de Soto, Fuxa, Sánchez Barcaiztegui, Lingote I y  II, fueron presentadas y analizadas en detalle las estructuras que se conservan de un naufragio en lecho marino.
Contrariamente a la visión romántica ofrecida por la cinematografía, el navío sumergido no conserva la integridad de sus elementos, sino una ínfima porción de la obra viva. Generalmente situado bajo el lastre, se pueden hallar las estructuras conformadas por la quilla, sobrequilla, carlinga, varengas, palmejares, sobreplanes, y en ocasiones: genoles, ligazones, orcas, roda, codaste, curva coral, pernos y alguna traca.
En cambio, las evidencias de la carga son variables de acuerdo a la procedencia del navío. Discos y barras de oro y plata, monedas y caudales de América del Sur; y cerámicas y manufacturas asiáticas embarcadas desde México, junto a cañones e instrumentos de navegación, sin obviar la notable variedad de objetos de contrabando, constituyen elementos cronodiagnósticos, fundamentalmente las monedas, capaces ante la ausencia de documentos primarios de identificar el pecio.
La primera fase de la prospección posterior a la consulta de documentos antiguos es la exploración con el objetivo de definir las cotas exactas de las evidencias arqueológicas mediante el levantamiento topográfico y la definición de los puntos duros: anclas y cañones. Cuatro de los métodos fundamentales de esta fase son la exploración visual por arrastre, nado libre, prospección por magnometría y detección por carrileras.
La combinación de la magnometría con la exploración visual permite cubrir extensas áreas, cuando la ubicación del pecio resulta imprecisa; mientras el nado libre es aconsejable en presencia de crestas arrecífales. Una vez acotado el sitio se pasa a la microlocalización de objetos mediante el detector de metales en las carrileras. El hallazgo debe quedar registrado en el GPS y por la ecosonda.
La próxima fase, la excavación, se realiza a partir de un estudio del paleofondo con el objetivo de seleccionar las herramientas mas adecuadas. El Prop Wash por su versatilidad es el idóneo en la realización de calas de prueba en suelos de cascajos y arena. Las dragas de succión o chupón propician un control exhaustivo dentro de la evidencia, mientras en suelos duros o carbonatados exige del tradicional método del cincel y martillo.
Una vez recolectadas las evidencias, estas deben ser colocadas por separadas y protegidas en recipientes con agua dulce, para su posterior tratamiento de eliminación de concreciones y conservación por los especialistas en el laboratorio. La última fase es su colocación y exhibición al público en museos, cuando se reafirma su condición de piezas pertenecientes al patrimonio cultural subacuático.
La divulgación mediante conferencias y publicaciones debe concientizarse dada las contribuciones históricas que favorecen una mejor comprensión de la vida a bordo, el comercio y el contrabando, la construcción naval, la numismática, la confección de cerámicas, la artillería, y —sobre todas las cosas— la compresión de la interrelación entre las evidencias arqueológicas y el ecosistema marino, en el incansable llamado a la preservación del equilibrio ecológico.

                                                                                                       Fernando Padilla
Opus Habana


 

Comentarios   

Eduardo Brynildsen
0 #1 Eduardo Brynildsen 22-11-2009 14:18
Hola,
Muy interesante el articulo. Tengo una consulta. Me gustaria contactarme con el Sr. Alessandro López Pérez, existe la posibilidad de adquirir su correo electronico? De antemanos muchas gracias.

Cordiales saludos
Eduardo
Citar

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar