Entre 1990 y 1994 dos pescadores del poblado de Punta Alegre, colindante con Los Buchillones, realizaron hallazgos que cambiaron de forma radical la visión sobre el lugar.
La investigación ha supuesto el desarrollo de nuevos métodos de excavación para el trabajo en zonas inundadas, y el empleo de numerosos sistemas de análisis y de novedosas estrategias de documentación de los materiales, nunca antes empleados en Cuba.
El sitio Los Buchillones se conoce desde los años cuarenta del siglo XX. Ubicado en el litoral Norte de la Provincia Ciego de Ávila, municipio Chambas, al centro de la Isla, reportaba contextos arqueológicos en tierra firme, asociados a grupos agricultores (tainos occidentales), que empezaron a ser excavados de manera controlada a partir de 1983.
Entre 1990 y 1994 dos pescadores del poblado de Punta Alegre, colindante con Los Buchillones, realizaron hallazgos que cambiaron de forma radical la visión sobre el lugar. En una zona inundada, ubicada al Oeste de los puntos en tierra firme con material arqueológico, específicamente bajo los sedimentos del fondo de la entrada a una albufera hipersalina conectada a la Bahía de Buena Vista, encontraron piezas aborígenes de madera con un increíble nivel de conservación.
En 1995 se iniciaron investigaciones en el sitio, ejecutadas por especialistas del Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente de las provincias Ciego de Ávila (Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros), Holguín (Departamento Centro Oriental de Arqueología), y Camagüey (Centro de Investigaciones Ambientales), en colaboración con investigadores de Canadá (Museo Real de Ontario) y posteriormente del Reino Unido (Instituto de Arqueología de la Universidad Colegio de Londres), dirigidas por los doctores Jorge Calvera Rosés y David Pendergast, por la parte cubana e inglesa respectivamente. La colaboración entre estas instituciones propició el desarrollo de dos proyectos internacionales de investigación arqueológica, uno de los cuales aun se continua ejecutando, que permitieron corroborar la autenticidad de las piezas de madera, así como aumentar la cantidad y variabilidad de la colección del lugar con artefactos procedentes de contextos culturales no alterados, que fueron excavados en diferentes momentos; y realizar alrededor de 60 fechados a partir de muestras de diversos tipos de objetos, que establecieron una cronología que va de inicios del siglo XIII a finales del XVII d.n.e. para el sitio y enclaves cercanos en los cayos.
El sitio se extiende unos 1500 metros a todo lo largo de la línea de costa y unos 50 metros desde la laguna hacia el mar, además de los terrenos que ocupa en tierra firme. En diversas zonas de este tramo de costa, principalmente cerca de la entrada a la laguna, aparecen postes que sobresalen del fondo marino de arena y fango. Se han ubicado hasta el momento 24 agrupaciones de postes, algunas de las cuales han sido excavadas, definiéndose hasta ahora la existencia de cinco estructuras constructivas que parecen haber sido casas de lo que fue una aldea aborigen.
Es probable que el asentamiento demorara en ser ubicado por los europeos dadas las especiales condiciones de aislamiento que supone su ubicación en un tramo de costa oculto del mar abierto por la cayería de Jardines del Rey, y separado de los terrenos interiores por un grupo de alturas. Aunque la cronología de las estructuras constructivas aun no se ha definido adecuadamente, la gran cantidad de postes visibles indica que en algún momento se trató de un poblado bastante amplio.
Los objetos de madera hallados en el área de la albufera suman 254 ejemplares, de estos 27 son dujos y fragmentos de dujos, ídolos con representaciones antropomorfas, espátulas vómicas y vasijas tipo cuenco y en forma de bandejas. Entre los objetos de carácter utilitario sobresalen 27 mangos y fragmentos de mangos de hacha, de diversos tamaños, 13 objetos punzantes en uno ó ambos extremos, fragmentos de azagayas y coas, partes de una canoa y numerosas piezas de uso desconocido. Hasta el momento se han registrado unos 500 postes de madera pertenecientes a estructuras constructivas, y se ha obtenido una gran cantidad de objetos indígenas elaborados en concha, hueso, cerámica y piedra, así como restos de fauna y especies vegetales utilizadas en la alimentación de estos hombres.
Los estudios de identificación de maderas, (R. Carreras, comunicación personal, 2005) han revelado el uso de especies como el Guayacán (Guaiacum sp), el Jiquí (Pera bumeliaefolia), y el Ebano (Diospyros sp), en el caso de los objetos muebles. En cuanto a los postes de las estructuras constructivas, se clasificaron la Caoba (Swietenia mahagoni), el Yaití (Gymnanthes lucida) y el Manglesillo (Bonetia cubensis).
Impactos científico y social
La investigación ha supuesto el desarrollo de nuevos métodos de excavación para el trabajo en zonas inundadas, y el empleo de numerosos sistemas de análisis y de novedosas estrategias de documentación de los materiales, nunca antes empleados en Cuba; también implicó complejas investigaciones sobre los procesos de interacción entre los cayos y la tierra firme que han permitido identificar estos nexos y sus caracteres. En el caso de las maderas, por primera vez, se ha podido estudiar de forma amplia y directa las técnicas aborígenes de selección y manipulación de este material, así como los detalles de la iconografía que recurre a este soporte y las técnicas constructivas que se basan en el empleo de recursos forestales.
Los hallazgos realizados y los estudios paralelos, revolucionan la visión que la Arqueología y la Historia del Caribe tenían sobre el uso de la madera entre las comunidades tainas en general e inician el camino para un acercamiento riguroso a los procesos de trabajo que relacionaban a estos hombres con la explotación de los bosques. Se abre un inventario que muestra la riqueza y diversidad de los artefactos en madera y la complejidad de la sociedad que usaba y creaba estos objetos. Las piezas halladas señalan elementos hasta ahora desconocidos del mundo estético aborigen así como nuevos detalles de su vínculo con la religiosidad de estos hombres y con los procesos de uso social de tales bienes.
La complejidad de estos objetos cuestiona la imagen de simplicidad manejada al tratar las comunidades aborígenes taínas occidentales del centro de Cuba e indica niveles de desarrollo socio económico que escapaban al estudio arqueológico tradicional, complejidad que resulta similar, en algunos casos, a la visible en piezas elaboradas por los taínos clásicos que se asentaron en Baracoa, Maisí y en sus proximidades. La abundancia de estructuras constructivas, las más completas y conservadas del Caribe insular, es otro aspecto que apoya esta consideración y demuestra que fuera del oriente de Cuba también existieron poblaciones de gran amplitud. El estudio de las estructuras descubre detalles ausentes en la documentación histórica los cuales ilustran el alto desarrollo de los procesos constructivos y revelan una sociedad fuerte, capaz de organizar acciones laborales que involucraran la participación de grandes grupos de personas. Los resultados de las dataciones radiocarbónicas indican que la comunidad aborigen asentada en la zona sobrevivió el impacto inicial de los procesos de conquista y colonización, aspecto notable dentro de un panorama historiográfico que generalmente señala una rápida y casi total desaparición de la presencia indígena en la Isla.
Gracias a los trabajos hasta ahora ejecutados por primera vez en la historia de la Arqueología de Cuba, se pone a disposición de los especialistas y el público, una gran colección de objetos originales de madera colectados, en gran parte, mediante técnicas científicas. La investigación ha supuesto además, la implementación de soluciones museográficas de gran valor. La exposición de los objetos en los museos Provincial de Ciego de Ávila y municipales de Chambas y Morón, ha permitido que miles de personas de diferentes lugares conozcan estas piezas y perciban la importancia del estudio de las sociedades aborígenes y de la práctica arqueológica y ha determinado, también, un conjunto de acciones para superar al personal de museos en los temas de arqueología e integrarlo al trabajo de campo del proyecto y al estudio de los materiales.
La población de la zona de trabajo ha sido vinculada a las investigaciones realizadas sensibilizándola con la labor que se ejecuta y con la importancia de proteger el lugar. El área arqueológica y los materiales colectados han llegado a convertirse en símbolos provinciales y en elementos identificativos de las poblaciones de Punta Alegre y Chambas. Imágenes de las piezas se han integrado a la cultura local e incluso la figura de uno de los objetos de madera ahora forma parte del escudo del municipio Chambas.
Retos y perspectivas del trabajo en el sitio
El trabajo arqueológico realizado hasta el presente muestra solo lo que parece ser un pequeño panorama del enorme potencial del sitio. Las acciones futuras deben garantizar la conservación del patrimonio arqueológico del lugar y plantear una política investigativa sostenible que considera como principales elementos:
- Buscar soluciones técnicas al problema de la conservación del sitio y de los objetos de madera extraídos durante las excavaciones.
- Desarrollar una infraestructura de investigación estable en las cercanías del lugar, que funcione como centro de investigaciones y de difusión de los resultados del proyecto.
- Realizar una mayor difusión de los resultados alcanzados a través de nuevas publicaciones científicas de alto impacto.
- Continuar accionando sobre la comunidad para fomentar la protección del sitio.
- Estudiar las posibilidades de conexión del sitio con otros asentamientos ubicados en zonas interiores, o en puntos costeros al Este y al Oeste. Ampliar el estudio del vínculo con los cayos y con las Bahamas.
- Implementar un sistema de excavación que permita un trabajo continuado a más largo plazo.
Consideraciones finales
Con el estudio de Los Buchillones, la investigación arqueológica cubana ha conseguido no solo el desarrollo de su potencial técnico y humano, sino una fuerte incidencia en la opinión nacional que está promoviendo la reflexión sobre la importancia del análisis del pasado aborigen y el papel de la Arqueología en el conocimiento y protección del patrimonio cultural del país. La experiencia del proyecto ha revitalizado el estudio de la presencia aborigen en Cuba y ha demostrado su papel en todo el accionar a favor de la defensa de la identidad cultural de la nación, demostrando el valor social de la Arqueología y sus compromisos con el futuro del proyecto cultural cubano.
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(Artículo tomado del Boletin del Gabinete de Arqueología. No. 6, año 6. Oficina del Historiador de La Habana, 2007)
Dr. Jorge Calvera Rosés (Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros, Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, Ciego de Ávila)
MSc. Roberto Valcárcel Rojas (Departamento Centro Oriental de Arqueología, Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, Holguín)
Lic. Roberto Ordúñez Fernández (Museo Cueva El Paraíso, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Baracoa, Guantánamo)
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dalia gomez
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