Desde el 2 de abril, en la calle Zanja del Barrio Chino, está emplazada una valla de la artista Crisel Lo Cartaya, quien hace un original aporte a la fiesta de las artes plásticas que es la Décima Bienal de La Habana. Al tema, «Integración y Resistencia en la Era Global», ella agrega simplificadas pagodas, y el símbolo del pez personificado y metafórico, dentro de una pecera, códigos de la cultura china. Muy cerca de la valla, el artista Alfredo Chong ubicó una escultura de gran formato, de la serie «El hijo del emigrante», acorde también con la integración y la resistencia, en este caso referido a la presencia de chinos en Cuba, como portadores de dos culturas.
 En consonancia con los aires de Bienal que vive toda la capital cubana, la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez sirve de sede, desde los últimos días del reciente marzo, a la exposición «Glamour de Occidente», sugerente viaje de 21 artistas contemporáneos cubanospor la poética artística, en todos sus soportes. Según Elvia Rosa Castro, una de sus curadoras, «constituye un ensayo visual sobre cómo se proyectan las sociedades occidentales, sobre todo la manera cómo han absorbido temas tan ríspidos —la emigración, por ejemplo—y los han convertido en shows mediáticos y rituales modísticos».
 Como un homenaje al 25 aniversario de la Bienal de La Habana, el artista cubano Alexis Leyva (Kcho) entregó a esta décima edición el proyecto «Punto de Encuentro», ubicado en el otrora Convento de San Francisco de Asís y la plaza homónima. Como una auténtica confluencia de lenguajes y miradas, el artista pinero aunó a varios colegas de diferentes países para que celebraran, como declararon, la pervivencia de los sueños en un escenario mundial tan convulso. Instalaciones, videoproyecciones, performances, esculturas, pinturas, fotomontajes e intervenciones espaciales demuestran la universalidad del arte y el compromiso del creador con su entorno.