Con la exposición «Los árabes de Cuba: integración a la nacionalidad», la Casa de los Árabes del Centro Histórico celebra el 30 aniversario de la Unión Árabe de Cuba, institución que custodia los más auténticos valores de una civilización milenaria. La muestra exhibe fotografías, libros, revistas, recetas de cocina y objetos personales de disímiles figuras de la historia cubana, descendientes de inmigrantes árabes asentados en la Isla, que prueban el proceso de asimilación e integración de esa cultura al gran ajiaco de naciones y costumbres que conforman la nacionalidad cubana, así como sus aportes estéticos, políticos y científicos.

 Una propuesta que intenta establecer un puente entre arquitectura y plástica es la exposición «Vista en plano», de Lisandra Ramírez, inaugurada hoy jueves 30 en la Casa de la Poesía. La muestra se compone de obras basadas en la superposición de planos de edificaciones que han cambiado su configuración y su concepción utilitaria, logrando nuevas figuras en una suerte de diálogo, según la autora, entre el pasado y el presente para construir una nueva realidad. Resultado de tres años de trabajo, las piezas juegan con la variedad de estilos arquitectónicos que caracteriza a La Habana y con el dinamismo que le imprime la diversidad cromática.
 La galería de la Casa de la Poesía pobló sus espacios este miércoles 29 con la exposición «Visión de mi mundo», del artista de la plástica Miguel Martín Ortiz. Integrada por 15 lienzos en los que la figuración, la policromía, el diálogo epocal y la subjetividad del autor van de la mano de esa relectura particular del entorno común, la muestra es el vehículo por el cual, al decir del crítico Eduardo Ortiz en el catálogo, «el artista nos transmite lo más importante en su obra: su mensaje… transitar por un mundo ecléctico donde los pintorcitos dan vida, forma y color a un mundo surrealista e imaginario».
 La Casa de la Orfebrería abrió sus puertas en este miércoles 29 a la exposición «Más que tres» de los orfebres cubanos Olga Arango, Rafael Queneditt y Filiberto González. Con obras rescatadas de colecciones particulares e institucionales, estos artistas emprenden un recuento de su obra con más de 30 años de evolución, para demostrar que, como dice el crítico de arte Antonio Fernández Seoane, «han tejido y bordado también el gran tapiz del arte cubano, han filigraneado de oro y plata la cultura cubana, han cincelado para esculpir a muchos artistas que han seguido, y seguirán, los derroteros que ellos un día decidieron enrumbar».