Desde su misma fachada, este hotel constituye un genuino reservorio de la mejor plástica cubana. Ella contribuye a que sea una de las instalaciones turísticas mejor ambientadas de la capital.
 Gracias al coleccionismo de envolturas de chocolates, podemos saber sobre la producción y consumo de este producto en Cuba, donde cobra auge su actividad industrial artesana a partir del siglo XIX.
 En el inmueble de Amargura y Mercaderes ocurre la manufactura artesanal de este subproducto del cacao, el cual puede adquirirse y degustarse in situ.
 Este inmueble debe esencialmente su atractivo a un detalle en su fachada que ha perdurado como señal de una antigua tradición: el recorrido del Vía Crucis que se iniciaba en la Orden Tercera de San Francisco de Asís y, tras doblar en la calle de los Oficios, se remontaba por la calle de Amargura hasta la plazuela del Cristo del Buen Viaje.