A las mujeres, los aventureros, propagandistas o apóstoles, el sabio de oficina, los políticos y profesionales... caracteriza Roig en esta crónica referida a aquellos que viven del engaño y el fraude.
 Diferentes habilidades manuales y mucha sensibilidad propiciaron esta representación escultórica de uno de los grandes hitos de la historia universal. La idea original era lograr una réplica de un viejo exponente de la iconografía cristiana habanera a partir de maderos monolíticos de cedro, pero los resultados parciales estimularon que se obrara con creatividad y desenfado artísticos.

 Aunque no se trata de un estudio científico ni psicológico de los simuladores, el articulista describe a «individuos que estafan diariamente a sus semejantes presentándose ante ellos revestidos con el disfraz propio del falso papel que pretenden desempeñar en esa comedia, trágica unas veces, risible otras, que se llama la sociedad» .

 Este pintor se inscribe con virtuosismo y pasión en una de las tendencias más atractivas de la pintura cubana posmoderna. Su obra deslumbra por la vuelta al oficio, así como por la cita y apropiación creadora de los códigos visuales posteriores a la Edad Media.