El cronista retoma en su artículo un modo de comportamiento social de cierto individuo que «procura inconscientemente – inconsciencia en él es esencial– disfrazarse, uniformarse, distinguirse de los demás por detalles en la indumentaria, en los modales». Se le homologa a los caracterizados en otros escritos como «buen partido», «sporstman» o «chiquito de sociedad».
 Desde su misma fachada, este hotel constituye un genuino reservorio de la mejor plástica cubana. Ella contribuye a que sea una de las instalaciones turísticas mejor ambientadas de la capital.
 Para entretener a los lectores el articulista reproduce algunos anuncios «curiosos, ridículos o raros», que comerciantes e industriales empleaban para darle propaganda a sus productos.
 En el arte de Alicia de la Campa la figura femenina constituye el centro de sus producciones pictóricas y lineales, y el espejo es «el más fiel colaborador cuando se trata de representar su propio cuerpo, una constante en el quehacer artístico de esta pintora habanera durante el último decenio».