El articulista comenta sobre la cajita de música mecánica, el piano, la pianola… «precursores de los modernísimos radios de onda corta, el más prodigioso y popularizado de los inventos domésticos contemporáneos».

 Sobre la simpatía que el criollo lleva a límites extremos «imponiéndola como norma suprema de conducta en el trato con sus semejantes», y sobre los pesados a quienes «les es imposible ejercer con éxito la tan lucrativa y cómoda carrera de sabrosones».

 Sobre «una de las más antiguas y venerables instituciones criollas», cuyos orígenes se remontan a los días iniciales de la conquista y la colonización españolas en esta isla, las piñas, que «no solo nacen y se desarrollan en el terreno feracísimo de la política, sino que las encontramos también, vivas y lozanas, en las sociedades o agrupaciones de carácter cultural, benéfico, comercial, industrial y social».

 Descripción «del apoteósico acto de la boda, tal y como acostumbra celebrarlo la gente bien en esta ciudad de La Habana», y de las categorías de boda criolla: la del gran mundo, la elegante, la íntima y la boda a secas.