Sobre el picapleitos, «intrigante y enredador, hombre sin pudores ni conciencia, cuya única habilidad e inteligencia consisten en saberle buscar “las cosquillas a la ley”, capaz de pleitear con el mismo Satanás, y de embargarle, “en pago de costas y honorarios”, los cuernos a la Luna».

 Ya que «la frescura en el criollo es tan típica de éste, como lo es de nuestra tierra el clima tropical», el articulista se detiene en ofrecer detalles de este personaje, sobre todo de aquellos vinculados a la política y administración.

 De la costumbre de nombrar padrinos y testigos de la boda a parientes, amigos y conocidos de buena posición económica, y, sobre todo, de los regalos que éstos deben hacer.
 Contrapunteo entre el ayer y el entonces presente que le correspondía al cronista, Roig retoma y presenta para sus lectores los enfoques de tres términos de época (primos, pollos y pollitas) según el parecer del cronista costumbrista Luis Victoriano Betancourt, quien «merece justamente ser leído por la gente de hoy que quiera conocer cómo era la gente de ayer».