Sin ser muy absoluto, el cronista comenta, ejemplifica y reflexiona en torno al deseo de ciertas féminas de tener una pareja... Por sus observaciones y juicios estima que «por unas u otras causas, las más de las mujeres andan todavía locas por casarse, por encontrar editor responsable y que las mantenga, el primero que se presente a tiro, bueno o mal tipo, joven a viejo».
 «¿Existe periódico moderno sin erratas?», así abre el cronista este artículo de reflexión y ejemplos varios sobre situaciones que generaban disgustos, risas, asombro... según fuera el caso. Su atención e interés informa de las labores editoriales de periódicos, en los que a veces, los posibles errores parecen puestos por «algún espíritu burlón, deseoso de tomarle el pelo al autor del artículo o del suelto, a los lectores».

 Comentar sobre posturas sociales de ciertos caballeros de la Cuba pretérita, compulsaron a este cronista para hermanarse con el retrato de una de sus variantes (el pepillito), logrado por el director de la La Semana, «la más popular de las revistas satíricas cubanas». Roig quiso señalar con palabras también al «primo del pepillito y hermano del guataca, con algo de aquel y mucho de éste».

 Como tantas otras, esta crónica la motivó algún lector. Responde a una inquietud de la época y hoy día es testimonio de hechos del pasado, o más exactamente, del party que «no es sino una de las tantas formas de asociación, de acercamiento y confraternidad propias y características de la especie humana y hasta de la animal, en términos generales».