En esta ocasión, el articulista nos comenta sobre: «una pobre víctima de los desdenes de San Antonio, que ha apurado en vano todos los recursos usados en tales casos, sin resultado satisfactorio alguno».

 Muchas fueron las hipótesis sobre las causas del incendio del almacén que pertenecía al establecimiento del señor Isasi. Infortunio, negligencia, accidente, castigo divino. Las opiniones pululaban según el credo de sus defensores. Sin embargo, la prensa acechaba la más desconcertante de todas: razones financieras obligaron a Isasi a autoinfligirse la destrucción de parte de su negocio para que el seguro cubriera las deudas…algo que, gracias a la literatura, era una práctica frecuente por esa época.
 En esta ocasión, el articulista refiere: «Hablaré en primer lugar del famosísimo Cham Bom-biá, el Médico Chino, cuyas curaciones fueron tan extraordinarias que de él ha quedado en nuestro folklore la frase ponderativa de la suprema gravedad de un enfermo: No le salva ni el Médico Chino».
 Todavía en medio de las labores de rescate comenzaron a tejerse las hipótesis sobre las causas que convirtieron al incendio del almacén de la Ferretería Isasi, el 17 de mayo de 1890, en una verdadera tragedia. Algunos decían que había explotado la pólvora que se vendía allí; otros, que unas extrañas sustancias químicas dieron cuenta de todo. Sin embargo, la respuesta la encontraron los peritos; especialistas formados en las insipientes escuelas de bomberos.