El incendio del almacén de la ferretería de Isasi, ocurrido el 17 de mayo de 1890, es recordado como la primera gran tragedia de la historia de los cuerpos de bomberos en Cuba. Treinta y seis personas murieron y, de ellas, 25 pertenecían a esos grupos de arrojados jóvenes que, voluntariamente, luchaban contra los incendios que azotaban la ciudad. El luto alcanzó cada rincón del país. La Habana permaneció abatida, mientras la prensa se hacía eco del sentimiento general.
 Muchas han sido las preguntas sobre la historia de Juan Isasi, el propietario de la ferretería cuyo almacén, ubicado en el número 24 de la calle Mercaderes, se incendió la noche del sábado 17 de mayo de 1890. Se sabía que era peninsular y que el almacén radicaba en una edificación perteneciente a la Iglesia Católica por expreso deseo de su fallecida dueña. La casa fue cambiando de manos a lo largo del tiempo y, aunque el delito de Isasi no se olvidó, su pista se perdió para siempre.

 En esta ocasión, el articulista nos comenta sobre: «una pobre víctima de los desdenes de San Antonio, que ha apurado en vano todos los recursos usados en tales casos, sin resultado satisfactorio alguno».

 Muchas fueron las hipótesis sobre las causas del incendio del almacén que pertenecía al establecimiento del señor Isasi. Infortunio, negligencia, accidente, castigo divino. Las opiniones pululaban según el credo de sus defensores. Sin embargo, la prensa acechaba la más desconcertante de todas: razones financieras obligaron a Isasi a autoinfligirse la destrucción de parte de su negocio para que el seguro cubriera las deudas…algo que, gracias a la literatura, era una práctica frecuente por esa época.