En esta ocasión, el articulista afirma que: «Fernando Ortiz, el ilustre historiador y antropólogo, me ha facilitado antecedentes curiosísimos sobre las primeras épocas de la colonización española y me hace resaltar cómo el afán y la costumbre de litigar tienen tan hondas y viejas raíces en nuestra historia».
 San Cristóbal de La Habana fue la tercera villa cubana que contó con un grupo organizado de ciudadanos responsabilizados con la extinción de incendios. En 1835, el Capitán General Miguel de Tacón ordenó la fundación del Cuerpo de Honrados Obreros y Bomberos de La Habana, conocidos como los Bomberos Municipales. Orientado a velar por los intereses comerciales en auge, el Cuerpo de Bomberos del Comercio nació en 1873.
 En esta ocasión, el articulista afirma: «En mi anterior artículo traté de ofrecer a los lectores una pintura, lo más acabada posible, de los picapleitos, jueces y escribanos de antaño. Al lado de estos fariseos de la curia existió también otro tipo —el anverso de la medalla— genuinamente cubano, y desaparecido ya casi por completo: el abogado de familias».
 El incendio del almacén de la ferretería Isasi y Cía, ocurrido el 17 de mayo de 1890, es considerado por varios periodistas e historiadores como uno de los siniestros más destructivos de La Habana del siglo XIX. Uno de los riesgos que enfrenta toda ciudad en expansión es el fuego, muchas veces hijo de la negligencia y el descuido. La Habana no fue una excepción. Eso lo demuestran los incendios que tuvo que enfrentar en su etapa decimonónica.