En esta ocasión, el articulista afirma: «Caer en las redes complicadas y sutiles de un tribunal, es desgracia mayor que ser atropellado por un camión, necesitar hacer una llamada urgente por teléfono o recorrer las calles de la Habana en Ford».
 El sábado 17 de mayo de 1890 la vieja Habana se colmó de estridencias: las llamadas de auxilio comprometían a las campanas de las iglesias, las cornetas y las sirenas de los oficiales, y los gritos de los habitantes aterrorizados por la intensidad del siniestro. La mayoría no imaginaba que la rápida llegada de los bomberos se debió al funcionamiento de un complicado sistema de aviso contra incendios que incluía las líneas telegráficas y telefónicas.

 El II Festival Leo Brouwer de Música de Cámara, que será inaugurado hoy 8 de octubre, regresa al Centro Histórico en una aventura pro música sinfónica, que se extenderá hasta el venidero 15 de octubre. La Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís es la sede de cinco conciertos que reunirán a compositores e intérpretes, cubanos y extranjeros, para rendirle tributo a lo mejor del patrimonio musical cubano y universal.

 Los cuerpos de bomberos de La Habana en el siglo XIX, tanto los Municipales como los del Comercio, poseían una organización militar, con autorización a portar enseñas marciales. Estaban divididos según sus oficios en las cinco funciones principales: Salvamento, Obreros, Pitoneros, Mangueras y Maquinaria; eso sin contar la retaguardia de mecánicos, cuidadores de caballos y técnicos que mantenían la «técnica» en perfecto estado.