Este artículo hace un bosquejo sobre la presencia de la mujer en la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro. Plantel destinado sólo a hombres, con los años y el trabajo de uno de sus directores, Miguel Melero, comenzó a graduar féminas como pintoras y escultoras que echaron por tierra el mito de la inferioridad femenina para incursionar en las artes plásticas. Aquí se podrá conocer la ejecutoria de meritorias artistas como Adriana Billini, Marta Valdés, Juana Borrero y otras.
En este artículo la protagonista «Es la mujer joven, la cubana de la República, de las clases media y trabajadora, de la pequeña burguesa y el proletariado, repito, la que revela bien a las claras un triunfante y progresivo anhelo de superación».
 En este trabajo, el articulista se refiere a «estafadores científicos, artistas del delito contra la propiedad», entre los que incluye a «ladrones de libros», «a los que se hacen los bobos para pagar el tranvía o la guagua...».
 Como tributo a las artes gráficas, este artículo revela nuevas evidencias sobre la introducción de la imprenta en Cuba, a la par que indaga en las particularidades del oficio de imprimir durante el siglo XVIII. El autor trabajó como tipógrafo-cajista y luego de archivero. Interesado en la historia musical cubana, escribió De klank van de houtendruppel (El sonido de la gota de madera) y otro libro dedicado a la rumba. También tiene en su haber cinco novelas para jóvenes.