Para dar a conocer a los lectores otro cuadro de tipos y costumbres cubanos, Roig se apoya en el trabajo que sobre el médico de campo publicó el primero de nuestros costumbristas, José María de Cárdenas y Rodríguez, en su Colección de artículos satíricos y de costumbres (1847).
 Con un predominio de la visualidad, el libro Otras portadas de La Habana presenta más de 200 láminas con las características y encantos de portadas de antiguos inmuebles. La obra, además del prólogo y las conclusiones, contiene tres ensayos que complementan a las fotografías de interés, captadas expresamente para esta edición limitada a los siglos XVI-XIX.
 Diversión «predilecta, barata y atractiva», constituye el rascabucheo «de los centenares de mujeres que en las azoteas de sus casas practican diariamente tan sana, medicinal y fresca práctica de los baños de sol».
 Dotado de especial capacidad para observar el espacio y traducirlo en la pintura, Sinecio Cuétara presenta «una ciudad imaginada que se desdibuja como los sueños, una ciudad coloreada, atravesada por el aire que la envuelve, una ciudad que se fragmenta, se descompone y recompone en fachadas como tarjetas de presentación de la misma».