Diversión «predilecta, barata y atractiva», constituye el rascabucheo «de los centenares de mujeres que en las azoteas de sus casas practican diariamente tan sana, medicinal y fresca práctica de los baños de sol».
 Dotado de especial capacidad para observar el espacio y traducirlo en la pintura, Sinecio Cuétara presenta «una ciudad imaginada que se desdibuja como los sueños, una ciudad coloreada, atravesada por el aire que la envuelve, una ciudad que se fragmenta, se descompone y recompone en fachadas como tarjetas de presentación de la misma».

 Al relatar un suceso ocurrido, el articulista comenta cómo del «dinero –, negociado o empleomaniado– no depende ser feliz en la vida, sino que es la tranquilidad de espíritu, la propia estimación que nos tenemos lo que nos hace felices o desgraciados...»

 Aunque formado tempranamente en el ejercicio del dibujo y la pintura, fue en la cerámica –que lo atrajo tempranamente– donde Fernando Velázquez Vigil (La Habana, 1950-2002) concretó lo mejor de sus capacidades expresivas.