Distante de grupos y parcelas, la obra de Manuel López Oliva es un referente obligado para conocer la evolución de la pintura cubana en la segunda mitad de este siglo.
 Breve artículo en que el cronista examina algunas de las distintas clases y formas de triángulos amorosos cuyas formas y variedades –refiere– «son cada día más numerosas, originalísimas, complicadas y civilizadas».
 Puede evocarse la historia de estos establecimientos durante el siglo XIX, cotejando los anuncios de esa época con los frascos de vidrio exhumados en recientes excavaciones arqueológicas.
 La reanimación de un conjunto arquitectónico colonial en la ciudad de Camagüey, ha contemplado la inserción contemporánea de grupos escultóricos que afianzan la identidad comunitaria de ese entorno.