«La playa es realmente maravillosa. El exceso de luz y de blancura nos deslumbra en los primeros momentos, nos ciega, nos ofusca, como cuando al doblar una esquina, o un palco, en noche de ópera, vemos aparecer una de esas mujeres de belleza dominadora y espléndida, ante las cuales, como ante una visión sobrenatural, no sabe uno si caer de rodillas o echar a correr».

 Junto a las Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana, se conservan varias limpiezas de sangre. Con tales documentos las familias probaban su ascendencia, desprovistas de mezclas de raza, herejes o penitenciados, lo que les servía para avalar sus peticiones de títulos de nobleza.
 Con fragmentos de vidrio, Rosa María ha reanimado el espíritu de medios puntos, mamparas, lámparas o vitrales coloniales que rendían sus últimos destellos bajo los escombros de la Habana Vieja.
 En breves líneas el articulista reseña las principales características de personajes habaneros que abundaban entonces, entre los cuales cita a los aventureros, propagandistas o apóstoles, el sabio de oficina, políticos, profesionales, los guapos...