Con gruesas líneas, cerámica, madera, metal, fibra vegetal, plástico... William Saroza crea los rostros de sus muñecos, cuyos inmensos ojos convidan a ensoñar.
 Ante la ausencia en la ciudad del culto y veneración a las flores, el articulista reflexiona sobre la necesidad de rescatar ese amor como base y fundamento de la nacionalidad, porque éstas «simbolizan la tierra y el suelo de nuestra patria, porque deben ser el alimento de nuestro espíritu, porque indican progreso y refinamiento».
 A propósito de conmemorarse los cuatro siglos de la edición de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, creadores de distintos lugares de Cuba compitieron en el concurso que seleccionaría el cartel que habría de ser impreso y divulgado por todo el país como reconocimiento de la significativa obra, su genial autor y su vigencia mantenida.
 Alusión a un joven estudiante de Derecho que, alimentando el sueño de nombre, riqueza y bienestar, «ha cifrado su fortuna, la fortuna de una vida, a la carta engañosa y falaz de una carrera».