A las 12:08 a.m. del martes 29 de abril de 1952 hacía su entrada para siempre en el Paradero del Príncipe, el tranvía P-2 con el número 388, último que circuló por las barriadas habaneras en su postrer viaje de regreso a su lugar de origen.
 En esta ocasión, el articulista nos comenta: «La Habana puede citarse como modelo, ejemplo y prototipo de ciudades escandalosamente sonoras».

 En esta ocasión, el articulista responde a la interrogante: «¿En estos tiempos del cine, los teléfonos automáticos, las guaguas de dos pisos, el fox, las sayas por encima de las rodillas y los escotes llegando a la cintura, existen mujeres jóvenes que sean beatas?»

 En esta ocasión, el articulista nos comenta:«el marido, enseñoreado con sus antiguas prerrogativas y engreído con las ventajas y comodidades de su cargo, ha pensado que podría sustraerse a las corrientes del siglo, permaneciendo petrificado en sus viejos moldes medievales.».