En esta octava entrega el articulista comenta que «a las pruebas que ya presentamos en otros capítulos del presente ensayo sobre el nunca satisfecho afán de lucro de los conquistadores, colonizadores, y gobernantes hispanos en nuestra ínsula, sume ahora el lector estas nuevas que ofrece el marqués de Varinas acerca de la codicia desaforada de los ministros reales en todas las tierras de Hispanoamérica».
 La ejecución de la Lonja del Comercio de La Habana se inició en 1907 y para ella se contrató a la compañía norteamericana Purdy & Herdenson. El costo del edificio ascendió a 800 mil pesos, toda una fortuna para la época. Su fachada principal se enfatizó con un cuerpo central, formado por un pórtico de tres arcadas que daban acceso al gran vestíbulo central,  el cual conducía a la escalera principal, los ascensores y servía para la entrada y salida de carruajes.

 Tras visitar una exposición de Picasso, dicen que el autor de El Proceso pronunció esta famosa frase: «El arte es un espejo, que se adelanta como un reloj… a veces». Salvando las distancias, al tratar de referirme a la obra de Leonardo Cuervo (La Habana, 1972) quisiera que se me ocurriera un acertijo semejante, pero sólo alcanzo a figurarme que este joven artista cubano trabaja —o sea, pinta— por encargo… del mismísimo Franz Kafka.

 La galería de la Casa de la Poesía mantiene abierta al público la exposición personal «Contiene Poesía», del ceramista Pedro Cantero, como «una propuesta singular que tal vez quema una etapa de su ya fructífera cocción artesanal, y cuando me refiero a quemar todo ceramista conoce que me estoy refiriendo  a un sin número de posibilidades a salvar desde la fertilidad del horno, ese otro “cantero”, cómplice y antojadizo donde imagen y concepto van a dar en ocasiones al abismo que ni el propio artesano moldea en su sinuoso interior».