Auspiciado por la Sección cubana de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, las Universidades Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y de La Habana (UH) y la Oficina del Historiador de la Ciudad, hoy concluyó, en la Casa Benito Juárez, el Taller internacional «Revoluciones e Independencia en la Historia de América Latina y el Caribe». Participaron, el Historiador de la Ciudad Eusebio Leal Spengler, el embajador mexicano en Cuba, Gabriel Jiménez, el rector de la UH, Rubén Zardoya, así como profesores e investigadores de Alemania, México, Colombia, España, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, Paraguay, Costa Rica, Chile y Cuba.
 Los navíos de la Real Armada , San Carlos, San Hermenegildo y Príncipe de Asturias fueron construidos en el Real Arsenal de La Habana en las postrimerías del siglo XVIII. Su realización tuvo como modelo el Santa Ana, bajel de 112 piezas de artillería delineado por el ingeniero naval y director de Marina, José Romero y Fernández de Landa.

 Al comentar el tránsito del pater de familia a papi, el articulista expone cómo esto se debe a «cambios en la vida social cubana, calorizados, no sólo por las innovaciones que fueron introduciendo desde el poder los nuevos gobernantes extranjeros, sino también por las corrientes progresistas que llevaron a los cargos por ellos ocupados los elementos procedentes de las filas revolucionarias libertadoras».

 El Santísima Trinidad no solo llegó a ser el mayor navío de su tiempo sino también el más artillado con cuatro baterías. En la batalla de Trafalgar, 140 piezas asomaron en portas y amuras. De igual manera fue necesario dotarlo de una impresionante Santabárbara capaz de alimentar con variados proyectiles y pólvora aquellas sedientas bocas de fuego que, en más de una ocasión estremecieron las carlingas de los bajeles de la Royal Navy.