Al comentar el tránsito del pater de familia a papi, el articulista expone cómo esto se debe a «cambios en la vida social cubana, calorizados, no sólo por las innovaciones que fueron introduciendo desde el poder los nuevos gobernantes extranjeros, sino también por las corrientes progresistas que llevaron a los cargos por ellos ocupados los elementos procedentes de las filas revolucionarias libertadoras».

 El Santísima Trinidad no solo llegó a ser el mayor navío de su tiempo sino también el más artillado con cuatro baterías. En la batalla de Trafalgar, 140 piezas asomaron en portas y amuras. De igual manera fue necesario dotarlo de una impresionante Santabárbara capaz de alimentar con variados proyectiles y pólvora aquellas sedientas bocas de fuego que, en más de una ocasión estremecieron las carlingas de los bajeles de la Royal Navy.

 A propósito de los «grandes y radicales cambios y transformaciones que ha sufrido en estos últimos tiempos la organización política de potencias europeas de tan decisiva importancia en el desenvolvimiento de la humanidad civilizada», el articulista refiere la transformación sorprendente del pater de familia en el papi.

 El navío de línea Santísima Trinidad desde su primer contacto con las aguas del Puerto de Carenas en 1769 manifestó problemas de escora y estabilidad que anulaban el poder de fuego de su artillería de mayor calibre situada en la batería baja; estas y otras dificultades obligaron al bajel a carenar en los astilleros españoles en varias ocasiones, hasta alcanzar el cuarto puente que lo inscribiría en la historia naval como el mayor en la era de las velas.