Observador habitual de su entorno social, el cronista diserta y testimonia en estas líneas sobre las deficiencias culturales que nos aquejaban en cuanto a flores y plantas ornamentales... en algunas áreas capitalinas donde habitaba el hombre, o al menos, por donde pasaba éste, aun cuando fuese de manera circunstancial.
 Entre las muestras de paisajes que han tenido lugar en la galería de arte del Palacio de Lombillo (Oficina del Historiador) se encuentra «En la palma de mi mano», del pintor Mario García Portela. Inaugurada en marzo de 2005, fue esta una exposición de cuadros con vistas y porciones rurales de su natal Pinar del Río «bajo los efectos de unos colores con los que no necesariamente puede ser percibida esa realidad».
 Con mucha elegancia en el decir y buen olfato en el mirar, el cronista nos traslada al entorno de la zona de Varadero, cercana al mar, adonde iban los bañistas para deleitarse con las aguas y el paisaje marino. Mar, arquitectura y personas se pasean por estas descriptivas líneas. De cada uno nos habla, alude a sus particulares encantos.
 El Centro Histórico, demasiado abocado a los valores culturales del pasado y de nuestro presente, con regularidad pone a la consideración del público exposiciones disímiles. Un ejemplo de ello fue aquella con un grupo de paisajes influenciados por el «cielo inmenso, las palmas verdes, el silencio, el azul del océano y del río...»