Acerca de estas misivas «pequeñas y perfumadas, en las que, ocultas tras el misterio de un nombre o un seudónimo, sin el temor de indiscreto reconocimiento, se nos revelan, a nosotros pobres y olvidados escritores, complicados problemas de amor, las dudas y vacilaciones que embargan ingenuo corazón femenino, íntimos dramas y verdaderas tragedias».

 El abstraccionismo cubano cuenta con varios seguidores como corriente artística, y entre ellos, se destaca la labor creativa de Julia Valdés. Estas líneas son el resultado de una muestra personal que tuvo la artista en 2003 con obras capaces «de relacionar la no figuración con el paisaje real, mediante códigos visuales que dan una sensación de horizontalidad».
 Observador habitual de su entorno social, el cronista diserta y testimonia en estas líneas sobre las deficiencias culturales que nos aquejaban en cuanto a flores y plantas ornamentales... en algunas áreas capitalinas donde habitaba el hombre, o al menos, por donde pasaba éste, aun cuando fuese de manera circunstancial.
 Entre las muestras de paisajes que han tenido lugar en la galería de arte del Palacio de Lombillo (Oficina del Historiador) se encuentra «En la palma de mi mano», del pintor Mario García Portela. Inaugurada en marzo de 2005, fue esta una exposición de cuadros con vistas y porciones rurales de su natal Pinar del Río «bajo los efectos de unos colores con los que no necesariamente puede ser percibida esa realidad».