Esculturas que evocan el laborioso quehacer desde la miniatura distinguieron una muestra personal presentada en la Casa de la Orfebrería hace ya un tiempo. Varias fueron las piezas exhibidas y resultaba notorio la grandeza del pequeño formato, por los valores mismos de las creaciones del orfebre Manuel Morán.

 Acerca de estas misivas «pequeñas y perfumadas, en las que, ocultas tras el misterio de un nombre o un seudónimo, sin el temor de indiscreto reconocimiento, se nos revelan, a nosotros pobres y olvidados escritores, complicados problemas de amor, las dudas y vacilaciones que embargan ingenuo corazón femenino, íntimos dramas y verdaderas tragedias».

 El abstraccionismo cubano cuenta con varios seguidores como corriente artística, y entre ellos, se destaca la labor creativa de Julia Valdés. Estas líneas son el resultado de una muestra personal que tuvo la artista en 2003 con obras capaces «de relacionar la no figuración con el paisaje real, mediante códigos visuales que dan una sensación de horizontalidad».
 Observador habitual de su entorno social, el cronista diserta y testimonia en estas líneas sobre las deficiencias culturales que nos aquejaban en cuanto a flores y plantas ornamentales... en algunas áreas capitalinas donde habitaba el hombre, o al menos, por donde pasaba éste, aun cuando fuese de manera circunstancial.