Aunque sus muros debieron servir de centinelas al puerto y la bahía, esta mole de piedra quedó sólo como testimonio de sus propias tribulaciones: la falta de recursos, mano de obra y de una ubicación apropiada cambiaron definitivamente su destino.

 «Es un axioma expuesto por Schopenhauer, que todas las mujeres son simuladoras», afirma Roig en este polémico artículo de costumbres.

 Más allá de su relación con el poder colonial y el destino de los hombres que la habitaron, esta edificación simboliza hoy el deseo raigal de salvaguardar el patrimonio histórico de La Habana Vieja.
 En algunos de sus artículos, Roig reproduce tal cual es el habla del personaje que describe. Esta intención predomina en trabajos como éste en el cual se propone no ya criticar mordazmente, sino hasta ridiculizar a los políticos y gobernantes de turno.