Las rutas de la historia condujeron al atesoramiento en el Museo de la Ciudad de tres retratos originales, que le tomara el célebre fotógrafo Nadar a otras personalidades de la cultura europea del siglo XIX.
 Muy vinculadas a las costumbres europeas, estas vajillas denotan la opulencia y los gustos de la familia aristocrática cubana.
 En esta estampa Roig hace referencia a las características de aquellas personas que por no poseer título alguno –profesional, pontificio o arisocrático– eran denominados por los cronistas sociales con fórmulas tan impersonales como el conocido joven.
 «Una ciudad, sin embargo, a la vez que consiste en los lugares donde el cariño nos envuelve, siempre es algo más. Ese algo más, ¿qué era?», se pregunta el autor de Lo cubano en la poesía en este viaje veloz a través de sus vivencias habaneras.