Destinado a la ceremonia del té, un simple cuenco de cerámica Raku resume el espíritu de sobriedad distintivo de la cultura japonesa, y deviene representación minimalista del orden cosmogónico universal.
 Las rutas de la historia condujeron al atesoramiento en el Museo de la Ciudad de tres retratos originales, que le tomara el célebre fotógrafo Nadar a otras personalidades de la cultura europea del siglo XIX.
 Muy vinculadas a las costumbres europeas, estas vajillas denotan la opulencia y los gustos de la familia aristocrática cubana.
 En esta estampa Roig hace referencia a las características de aquellas personas que por no poseer título alguno –profesional, pontificio o arisocrático– eran denominados por los cronistas sociales con fórmulas tan impersonales como el conocido joven.