En la Sala Dormitorio del Museo de Arte Colonial, junto a una suntuosa cama, reluce una benditera de cerámica de Manises, estimada del siglo XVII, época cuando esa región de Valencia se hizo famosa por sus objetos de arraigo popular.

 Una de las principales preocupaciones de la mujer, al casarse, es que su marido, fuera de las horas de trabajo, no salga a la calle sin ella; y en esto hacen consistir, novias y esposas, la felicidad del matrimonio.

 Al reinterpretar la historia desde una perspectiva comunicacional, se esclarece la intención informativa de muchos objetos visuales que, hasta hacía relativamente poco tiempo, estaban catalogados en forma arbitraria como piezas de arte mayor o menor. Es el caso de los anuncios que, colocados en la prensa y en los sitios callejeros, precedieron al actual cartel publicitario.

 En este artículo, Roig refiere el tema de los muchachos callejeros, haciendo énfasis en la responsabilidad ciudadana para con esos infantes a los que define como alegres, revoltosos y pillos.