En este artículo, Roig refiere el tema de los muchachos callejeros, haciendo énfasis en la responsabilidad ciudadana para con esos infantes a los que define como alegres, revoltosos y pillos.

 Al fragor de la restauración nació esta experiencia pedagógica sin precedentes, mediante la cual se contribuye a la formación integral del más valioso patrimonio social: la niñez.
 Otrora refugio de bohemios y artistas, este lugar conserva un caudal de memoria en sus paredes, donde cada visitante acostumbra dejar constancia de su paso.
 Poco queda de los claros y potentes surtidores de agua que desembocaban en el Callejón del Chorro para dar vida a la villa de San Cristóbal de La Habana.