A propósito de una carta que recibiera censurando el tema de uno de sus artículos, el cronista reflexiona sobre la lección y el ejemplo que el ambiente social, y hasta los hogares, ofrecían a las niñas que en ocasiones no eran tan ingenuas como pretendían sus padres.

 Aunque no lo considera «una clase única», el cronista expone las características de este pintoresco personaje, que podía hallarse en cualquiera de los grupos que habitaba La Habana de entonces.

 Reflexivo, sagaz y humorístico se muestra en estas líneas el cronista, quien nos ofrece las señas de tales apuntes: «Es el verano, el tema principal de nuestra conversación». De esta manera, con un tono coloquial, nos acerca al calor, el mar, las vacaciones, los bikinis...

 Con la intención de poner al relieve «aquellos vicios y defectos, de bulto» que padecía la sociedad habanera de entonces, el articulista describe tipos sociales como el florero, el guapo, el político.